No. No me he equivocado de sección. ‘Duelo al sol’ es el libro que acaba de publicar la editorial Renacimiento, que recoge textos a modo de conversación o diálogo entre dos escritores que conocen como pocos la literatura española desde el XIX hasta nuestros días. Me refiero a Abelardo Linares, poeta, ensayista y editor, y José Luis García Martín, poeta, profesor y crítico literario. Dos enormes figuras de la literatura actual. El diálogo que mantienen ambos protagonistas a lo largo de todo el libro, es una sucesión de mensajes, de réplicas y contrarréplicas a la que han querido poner el título de la mítica película del oeste, pero que García Martín hubiera preferido ponerle “el juego del gato y el ratón”. El formato de conversación o debate, que recuerda los diálogos renacentistas, es muy agradecido tanto para los autores como para el lector. Prescinde de la rigidez académica del ensayo, les permite a los protagonistas ensartar temas sin necesidad de seguir un hilo argumental, y los lectores se complacen en ese juego de tira y afloja (de gato y ratón), en el que se aprecia tanto la ironía como la complicidad, sin faltar por supuesto los desencuentros o desacuerdos que añade ese punto de picante que tanto interés despierta en el lector dada la talla intelectual de los dialogantes. El resultado es un texto que se lee con mucho agrado, en el que ambos “duelistas” no se reprimen ni se cortan un pelo en expresar sus opiniones sobre los temas más conflictivos del actual panorama literario español, sobre todo de la poesía, tema en el que son reconocidos expertos. Las anécdotas personales se mezclan con la visión de la historia literaria y las relaciones entre generaciones. En este sentido, pueden leerse la intervención de Linares titulada “Al final seré yo quien se rinda”, que termina con una interesantísima pregunta a su “contrincante”: “¿los poetas veinteañeros de hoy en día tienen ya como maestros a los poetas nacidos entre 1971 y 1985 y si mitifican a la generación novísima como yo, sin ir más lejos?”. La respuesta de J.L. García Martín, “Me pones en un apuro”, casi termina con esa ironía y ese humor tan presentes en todo el libro: “Pero no sé por qué te interesa lo que admiran los jóvenes de hoy. Yo de lo único que estoy seguro es de que no me admiran a mí (ni a ti, aunque lo disimulen más, por si los edita)”. No faltan referencias a escritores de finales del XIX y principios del XX, como la cita a Rafael Leyda del que se transcribe un cuento (‘La tita’), autor en la mejor tradición del relato corto europeo; como tampoco de los poetas más actuales, junto con las polémicas suscitadas que entran ya en lo personal. ‘Duelo al sol’ es, en definitiva, un libro no solo para leer, sino para aprender y entretenerse. José López Romero.
Julio Cortázar
jueves, 26 de junio de 2025
viernes, 13 de junio de 2025
VIDAS INTENSAS
Anna Andréyevna Gorenko, más conocida como Anna Ajmátova, nació en Odesa el 11 de junio de 1889. Estudió Derecho, Latín, Historia y Literatura en Kiev y en San Petersburgo (Leningrado). En 1910 se casó con Nikolái Gumiliev, uno de los poetas fundadores del movimiento llamado “acmeísmo”, corriente opuesta al simbolismo y que preconizaba una poesía sobria, sin excesivos ornamentos retóricos. Junto con su marido, son ella misma y Osip Mandelstam los poetas más representativos de este movimiento. Y como Mandelstam, fue perseguida implacablemente por el régimen impuesto por el genocida Joseph Stalin. Aunque nunca fue detenida, su tercer marido N.N. Punin y su hijo, Lev Gumiliev, sí fueron encarcelados, y su obra poética prohibida. En la biografía del gran poeta ruso ‘Contra toda esperanza’ de (ed. Acantilado), Nadiezhda Mandelstam alude en múltiples ocasiones a la amistad que unía a ambos poetas, más estrecha por su común lucha contra el tirano. Su gran obra lleva por título ‘Réquiem’, que fue escribiendo entre 1935 y 1940 y que no pudo publicarse en la URSS hasta 1987. Anna Ajmátova moriría cerca de Moscú en 1966.
Flora Alejandra Pizarnik nació en
Avellaneda el 29 de abril de 1936. Con veinticuatro años (1960) se embarca para
París, ciudad en la que residirá hasta 1964, periodo en el que consolida su
personalidad y su creatividad, como ha demostrado Manuela C. Almodóvar en su
monografía dedicada a la poeta argentina. Será en París donde vivirá con total
intensidad su independencia familiar y donde comenzará a entablar contactos y
amistades literarias fundamentales para su obra. Prueba de ello es su relación
con el matrimonio Cortázar, preocupado por la salud de Alejandra, y el prólogo
que le hace Octavio Paz al poemario titulado ‘El árbol de Diana’ que escribe y
publica en París en 1962. Como señala M. C. Almodóvar: “Mujer atormentada por
la vida que le es hostil (sentido de abandono y soledad, agravado por diversas
enfermedades) y la atracción que sobre ella ejercía la muerte (uno de los temas
más recurrentes en sus poemas), Alejandra Pizarnik encuentra en el surrealismo
y en el simbolismo los movimientos más adecuados para su expresión poética.”
Pizarnik vuelve a Buenos Aires donde continúa con su labor creadora, fruto de
ella serán ‘Los trabajos y las noches’ (1965) y ‘La extracción de la piedra de
locura’ (1968). Durante un fin de semana en el que había salido con permiso del
hospital psiquiátrico donde estaba internada, el 25 de septiembre de 1972, a
los 36 años, Alejandra Pizarnik murió por una sobredosis de pastillas
de Seconal. José López Romero.