Julio Cortázar

"Un libro empieza y termina mucho antes y mucho después de su primera y de su última página" (Julio Cortázar)
"Mientras se puede dar no se puede morir" (Marceline Desbordes-Valmore)

miércoles, 27 de junio de 2018

"NUESTRO" CLUB DE LECTURA


El pasado 23 de abril (¡han pasado ya dos meses!), la biblioteca municipal con mis amigos Ramón Clavijo y Amparo Gómez a la cabeza, quiso reconocer la trayectoria de los dos clubes de lectura que funcionan en dicha institución, y para ello personalizaron este reconocimiento en los dos coordinadores, Patricia Ruano y quien esto escribe. Un acto entrañable y que los dos agradecimos y agradecemos porque, además, se premiaba a los dos jóvenes lectores (niños) que se habían destacado como usuarios de los servicios de la biblioteca. Y este premio a los niños le da una especial relevancia al acto del que hablamos, porque es una obviedad decir que los lectores no se crean ni crían en las escuelas, sino en el seno familiar, fuente fundamental y decisiva en la formación de un niño o niña en todos los aspectos, incluida la lectura, humanos y sociales de los que la escuela no es más que un apoyo, y los maestros y profesores, unos colaboradores de la labor que deben realizar los padres. Pero no nos desviemos, porque yo quiero dedicar este artículo a nuestro club de lectura. Y digo muy bien con el “nuestro” y no “mío”, porque el club de lectura que se reúne casi un sábado al mes en la biblioteca central pertenece a todos y cada uno de sus miembros, porque nadie es más que nadie, y porque todas las opiniones sobre la lectura de un libro es respetable y aleccionadora. Llevamos ya catorce años con el club, y ya se ha consolidado un grupo de personas, mayoritariamente mujeres (mi rendida admiración a todas ellas), que año tras año renuevan sus votos con nuestro club y le guardan una fidelidad a prueba de cualquier inclemencia climática. Y en este aspecto, me siento muy orgulloso y, sobre todo, muy agradecido por compartir ellas conmigo los sentimientos que les despiertan las lecturas de los libros propuestos, por hacer de la lectura un motivo de encuentro, de unión, de amistad, en un ambiente que bien podría ser la envidia de cualquier grupo humano, familias incluidas. El respeto, la cortesía, el rigor, la amabilidad y el cariño que todos nos dispensamos, es un ejemplo de cómo la lectura no es un acto personal e intransferible, sino todo lo contrario, un acto que puede y que debe compartirse y, en este sentido, como lectores “sin remedio” todos nos sentimos afortunados, yo el primero, por contar con amigas tan valiosas. Y en las sesiones en las que nos visita algún autor (memorables Pedro Sevilla, Pepa Parra, Pepe Mateos, Sebastián Rubiales), también comprobamos que lectores y escritores, al menos los que acabo de citar, coinciden en el respeto mutuo, porque comparten un amor tan preciado como cualquier otro tipo de sentimiento: el que todos tenemos hacia los libros, hacia la escritura como expresión de ideas y emociones. Citar a mis queridos amigos y amigas, todos los que han pasado por el club en estos años y aquellos que siguen en activo sería inabarcable, sirvan estas líneas como homenaje y mi agradecimiento a todos ellos, a todas ellas por enseñarme con el ejemplo de su generosidad y fidelidad que esa especie en supuesto estado de extinción que son los lectores sin remedio nacen, se multiplican y, sin duda, nunca morirán. El sábado 2 de junio cerramos este curso del club, de nuestro club. Ha sido, como en todos estos años, un verdadero placer. José López Romero.


viernes, 15 de junio de 2018

MARÍA Y MARIELA


“Existe la manía de que lo que vende es de dudosa calidad”, decía María Dueñas en este Diario hace unas semanas al presentar su novela “Las hijas del capitán”. Y es cierto que esa literatura llamada de best-sellers tiene sus detractores, entre los que me podría incluir aunque con matices, con muchos matices. No creo que a los grandes escritores, los ya consagrados por la historia, y que convierten en grandes ventas todo lo que escriben, se les haya puesto en duda su calidad; pero mezclados, aunque no revueltos, con estos también aparecen en las listas de los más vendidos algunos autores u obras que dejan mucho que desear en todos los sentidos. Y la pregunta es obligada ¿cómo han llegado hasta ahí? ¿quién o qué ha hecho que esos libros “de dudosa calidad” alcancen ventas que ni el propio autor hubiese imaginado en sus mejores sueños? Está claro que las campañas publicitarias, los suplementos de libros, etc. encumbran a autores y obras que de otra manera hubieran pasado sin pena ni gloria. Y entonces, viene la siguiente pregunta ¿y los buenos libros que se quedan en el camino o terminan siendo lectura de pocos? De entre los cientos de miles que podemos escoger como ejemplo de ello, pongamos uno muy reciente y muy cercano. Hace unas semanas se presentó en el instituto Coloma la novela “Los hombres de los ojos violetas” de Mariela Arévalo Barquero (entrevista en este Diario el 24 de mayo y reseñado en esta página), quien fuera profesora de este centro educativo. La novela poco o nada tiene que envidiar a otras que han conseguido fama y éxito de ventas, muchas de las cuales son sin duda de “muy dudosa calidad” en comparación con la de Mariela. Y sin embargo, sería muy triste y hasta desalentador para lectores y escritores noveles que “Los hombres de los ojos violetas” no tuviera al menos cierto eco entre la crítica literaria o no apareciera en algún suplemento de libros. Pero, claro, quizá a Mariela le falten esos padrinos tan necesarios para el éxito, quizá los mismos que desde su primera novela no le han faltado a María Dueñas. José López Romero.

viernes, 1 de junio de 2018

PRESENCIAS

Cuando terminé de leer hace ya unos años ‘La fiesta del chivo’, una de las novelas más impresionantes en todos los sentidos de la ya por sí misma impresionante producción literaria de Vargas Llosa, me picó la curiosidad de cuánto había de ficción y cuánto de historia en aquel por momentos estremecedor relato; pero mi interés no fue más allá que algunas comprobaciones a vuela-ratón por Internet. No me pasó lo mismo con algunos personajes de aquella monumental ‘Bomarzo’, a los que les seguí la pista para verificar hasta dónde Mujica Lainez había sido fiel a ese pasado, a esa Italia del Renacimiento que recrea de forma magistral. Todo esto viene a cuento porque leyendo uno de los excelentes artículos que Juan Bonilla incluye en su ‘Biblioteca en llamas’ que dedica a la extraña identidad de Matilde Urbach, debo confesar que yo también caí en la seducción de aquella inquietante mujer, de quien alguien reconocía que a pesar de haber sido tantos hombres, no fue nunca aquel en cuyo abrazo desfallecía la citada. Una seducción que no me indujo a rastrear la identidad de la Urbach, como lo hiciera Bonilla en un juego literario, tan de su gusto (como él mismo reconoce), y que ahora al parecer se ha convertido en fe de vida incuestionable hasta para los más sesudos borgianos. A veces leer libros en los que se mezclan personajes reales con ficticios, o al leer un poemario en el que aparece un nombre determinado, nos deja siempre esa inquietud por saber algo más de ellos, su referencia histórica o su vinculación con el poeta, y no digamos si el personaje tiene su punto de perversión o si las relaciones con el escritor no son precisamente amigables, lo que añade esa dosis de morbosidad que incita con más intensidad a la investigación. Volviendo a Matilde Urbach, reconozco que en otro tiempo utilizaba el dístico de Borges en mis clases, y siempre había algún alumno o alumna que hacía la pregunta inevitable: ¿quién es Matilde Urbach? Ahora, después de leer a Bonilla, ya estoy en disposición de explicárselo ¿o no?. José López Romero.


jueves, 24 de mayo de 2018

LAPSUS


“Se dice que cuando Eva Perón visitó España en 1947 un conocido periódico madrileño hubo de retirar a toda prisa la edición porque un pie de foto en el que se había escrito “Eva Perón frunce el ceño” acabó convertido en “Eva Perón frunce el co…”. Esta es la primera anécdota que nos cuenta José Luis Melero al inicio de un breve artículo titulado “Erratas” incluido en su ‘La vida de los libros’, magnífico ensayo como lo son también ‘Escritores y escrituras’ y ‘El tenedor de libros’ (muy recomendables los tres para todo lector que se interese por los azares más delirantes de autores y textos). Y en una sola página que ocupa el artículo, Melero nos va contando anécdotas a cual más divertida sobre esos errores o erratas tipográficas que se suelen cometer de forma involuntaria, o quizá no tanto habida cuenta de cómo se las gastaba la gran dama argentina. De “maldición de los escritores” las define Melero, pero lo cierto es que desde que se inventó la imprenta, y si me apuran desde los principios de la escritura, las erratas forman parte consustancial de toda publicación e incluso ellas mismas terminan por convertirse en libro, al modo de los repertorios de barbaridades de los exámenes de Selectividad, o al menos en artículos como el de Melero. Ya hemos visto cómo el cambio de una grafía puede hacer que se retire toda le edición de un periódico por la transformación en el significado que sufre la oración entera, pero si esto por anecdótico llega a ser hasta divertido, menos gracia, por no decir, ninguna, tienen las faltas de ortografía gratuitas de que algunos libros están plagados. ¿Culpa? En primer lugar y sin duda del autor. Me comentaba hace unas semanas un escritor famoso que el corrector que le tiene asignado su editorial era realmente escrupuloso en su trabajo y le llenaba las galeradas de rojo, no solo por alguna falta de la que nadie está libre, sino por expresiones que podían ser poco inteligibles para ciertos lectores; y sin embargo, en una novela no se dio cuenta de que en una escena el nombre de un personaje no se correspondía con el que el autor le había dado a lo largo de la narración. El escritor había cambiado el nombre del personaje pero se le había olvidado en aquellas páginas que pasaron desapercibidas para el corrector, menos para un lector amigo que le avisó de la errata. Contar con un corrector de cabecera no es habitual salvo en las grandes editoriales; es más, parece como si el descuido o despreocupación por la ortografía, uno de los males del actual sistema educativo, se haya extendido a las publicaciones de todo tipo. Un ejemplo: ahora estoy leyendo un libro de poemas cuya introducción y textos líricos están plagados de erratas ortográficas imputables todas a la persona que ha hecho el estudio previo y ha cuidado (o descuidado) los poemas, licenciada o incluso doctora en Filología para más descrédito. Si “las faltas de ortografía son el mal aliento de la escritura”, como dice el hidalgo disoluto de Héctor Abad Faciolince, algunos libros padecen de halitosis crónica. José López Romero.


domingo, 20 de mayo de 2018

NUESTRA PRÓXIMA NOVELA: "LA CIUDAD QUE NO SUEÑA"


PRESENTACIÓN: 
Día: jueves, 7 de junio. 
Hora: a las 21:00 horas
Lugar: Claustros de Santo Domingo.

El 6 de mayo de 1943, el General Franco visita Jerez de la Frontera. Alrededor de esta visita, los autores de LA CIUDAD QUE NO SUEÑA desarrollan una trama sobre el negocio de libros antiguos. El crimen de un modesto impresor, miembro de un órgano creado por el Régimen para requisar libros y papeles subversivos, será el detonante de una historia trepidante, verosímil y bien documentada. En estas páginas el lector se encontrará, además, con algunos de los personajes destacados que han hecho de Jerez la ciudad que hoy es: Manuel Esteve, Julián Pemartín, el Marqués de Villapanés o Soto Molina, entre otros.