Julio Cortázar

"Un libro empieza y termina mucho antes y mucho después de su primera y de su última página" (Julio Cortázar)
"Mientras se puede dar no se puede morir" (Marceline Desbordes-Valmore)

jueves, 4 de agosto de 2022

LECTURAS PARA VERANO II

El quinteto de Nagasaki

Aki Shimazaki. Lumen, 2018.

Como bien se dice: “conocido el método…” Frase que se les puede aplicar literalmente a las dos novelas iniciales de esta escritora de origen japonés pero afincada en Canadá. ‘El quinteto de Nagasaki’ tiene los mismos ingredientes que la segunda, ‘El corazón de Yamato’: el mismo estilo intimista, en el que las flores y las libélulas juegan un papel importante, y la misma estructura, un entramado de vidas que Shimazaki, con gran maestría, sabe conducir a lo largo de relatos que tienen como protagonistas a personajes ya conocidos en los capítulos anteriores. En este caso, podemos destacar a Mariko Kanazawa y su hijo Yukio, en torno a los cuales giran los demás, entre los que podemos citar a su amante y padre de su hijo, el doctor Horibe, su hija Yukiko, y el marido de Mariko, el señor Takahashi. Y dos acontecimientos históricos: el terremoto de 1923 y la bomba atómica sobre Nagasaki en 1945. J.L.R. 

Contigo en la distancia

Carla Guelfenbein. Alfaguara, 2015


Con esta novela Carla Guelfenbein (Santiago de Chile, 1959) obtuvo el XVIII Premio Alfaguara de novela, y la verdad que bien merecido. ‘Contigo en la distancia’ (título de un famoso bolero, como supongo que todo buen lector/a sabe) es una narración en la que la combinación de intriga y vida entre los personajes está magistralmente desarrollada y engarzada. Una narración a tres voces que parte de un acontecimiento que marca toda la novela: la misteriosa escritora, considerada de culto, Vera Sigall cae de las escaleras de su casa y permanece en estado de coma. La primera voz narrativa es la Daniel, un joven arquitecto y vecino de Vera, que le va contando en el hospital todo lo que le está pasando: su crisis matrimonial y el encuentro con Emilia, segunda voz narrativa, joven que está preparando una tesis sobre la obra de Vera, trabajo al que la ha alentado Horacio Infante, antiguo amante de Vera y tercera voz narrativa. Muy buena. J.L.R.

martes, 19 de julio de 2022

LECTURAS PARA VERANO I

El jardín de vidrio

Tatiana Tibuleac. Impedimenta, 2021.

Después de su deslumbrante ‘El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes’ esperábamos con expectación y, a la vez, con cierto temor la nueva novela de esta escritora moldava (Chisináu, 1978) a la que nos atreveríamos a considerar una de las grandes escritoras de este siglo XXI. Con expectación porque ‘El verano…’ nos había dejado con muchas ganas de seguir leyendo a Tibuleac, pero también con temor por pensar que esta nueva entrega no estaría a la altura de la primera. Y aunque igualar (nunca superar) a la anterior, ya era tarea difícil, ‘El jardín de vidrio’ no defrauda en absoluto. La historia de Lastochka, la niña que compra Tamara Pavlovna a un orfanato para que le ayude a recoger botellas de vidrio repartidas por toda la ciudad se convierte en un relato estremecedor que tiene como narradora a la protagonista ya adulta. El mejor elogio: no desmerece de aquel ‘verano en que mi madre tuvo los ojos verdes’. J.L.R. 

Las viudas de los jueves

Claudia Piñeiro. Alfaguara, 2007.


Esta novela, como otras de Claudia Piñeiro (‘Betibú’), cuenta con una excelente versión cinematográfica del director Marcelo Piñeyro (2009). Y aunque por el comienzo (tres hombres muertos en una piscina) el lector espera encontrarse con una novela policiaca, en realidad la narración gira en torno a la burguesía adinerada argentina, que tiene en la urbanización exclusiva “Altos de la Cascada” su pequeño y protegido mundo. Un mundo de negocios, deporte, amistades, muchas interesadas, pero también un mundo de escondidos vicios, fracasos, envidias y pecados inconfesables. Claudia Piñero, una autora muy recomendable, se sirve de sus personajes para mostrarnos la decadencia de una burguesía que como el país entero (Argentina) corre veloz y irremediablemente al desastre en todos los aspectos. Una novela con una escritura ágil, con un diseño de personajes y un manejo de las situaciones excelentes. Muy buena. J.L.R.

lunes, 20 de junio de 2022

CASTIGO

“Hoy se cumplen (21 de octubre) doscientos ochenta y siete años que tuvo lugar en Madrid, un hecho que me place ahora recordar, por lo que fuere. Un hombre que había sido el favorito de un rey y el magnate más notorio de su tierra fue condenado a «morir degollado en cadalso por la garganta». Hablo del muy poderoso señor D. Rodrigo Calderón, marqués de Siete Iglesias [en la imagen], cuyo aniversario necrológico celebra hoy la iglesia, no sé bien si con Tedeums o MisereresUno de los cargos principales acumulados contra D. Rodrigo Calderón, marqués de Siete Iglesias y ex secretario de Cámara, fue el «haber hecho sobre su corto patrimonio una opulenta fortuna». Pero, ya queda dicho, del trágico acontecimiento van transcurridos centenares de años, y centenares de ministros, no menos venales que D. Rodrigo Calderón, han hundido sus manos avarientas en las arcas del Tesoro, sin que hayan sido segadas jamás”. Así contaba el gran bohemio Alejandro Sawa en su magnífico libro ‘Iluminaciones en la sombra’ la suerte de este personaje que, efectivamente, murió degollado, como correspondía a un noble, en la plaza Mayor de Madrid el 21 de octubre de 1621, recién iniciado el reinado de Felipe IV. Y no menos cierta es la opinión o lamento del ilustre escritor, muerto él mismo en la más absoluta pobreza, de que ya han pasado por la historia de este país no cientos, sino miles de ministros y  personajes políticos de diverso pelaje y de la peor estofa que se han llenado los bolsillos, “han hundido sus manos avarientas en las arcas del Tesoro” y aquí no ha pasado nada. Nada más que con la historia más reciente, la de nuestra democracia, se podría haber inundado de sangre varias veces la plaza Mayor, si la Historia, como se lamenta Sawa, no nos diera con el famoso marqués lecciones vanas de ejemplaridad. En estos días en que se debate tanto entre lo legal y lo moral, ético e incluso estético, que algunos han llegado a esgrimir, lo cierto es que, como todos sabemos, lo legal lo deciden las leyes y quienes tienen que administrarlas, con lo que ya empezamos con los problemas, porque en este país la aplicación de las leyes deja mucho que desear; y sobre lo moral, ético o estético algunos opinan que cada ciudadano tiene su propio y particular concepto de ello. Y es posible que así sea, porque siendo legal un buen negocio nuestra moral, ética o estética es inversamente proporcional al volumen de nuestros bolsillos. No acudamos al tópico ya manido de que todos tenemos un precio, cambiemos “precio” por “dignidad”; y si esta no fuera suficiente, cambiémosla a su vez por “fama” u “honra”, aquella que daba o quitaba la pública opinión. Y hoy son los medios de comunicación los que se han apropiado de esa “pública opinión” y, en esto, como en las leyes, ya empezamos con los problemas. ¡Qué razón tenía Sawa! José López Romero.

sábado, 4 de junio de 2022

PATÉTICO

En más de una ocasión he acudido a una de las conclusiones a las que llegaba Francisco Ruiz Ramón (en su magnífico libro ‘Historia del teatro español’, vol. 1), para explicar el fracaso de la tragedia renacentista en España, en concreto, al diseño de los personajes, cuyo exceso trágico terminaba por convertirlos en  “seres desmesurados, a todas luces más dignos de un disparatado tratado de patología que de una tragedia”. Al leer alguna novela me he acordado de esta afirmación. El autor o la autora ha cargado tanto las tintas en algunos aspectos psicológicos de sus criaturas que ha terminado por convertirlos en monstruos, de tan ridículos que acaban siendo patéticos. La última, ‘Los días perfectos’ de Jacobo Bergareche. Una novela bien construida en dos cartas escritas por Luis, el protagonista, una dirigida a su amante, Camila, y la otra, más breve (¡faltaría más!) a su mujer, Paula. Hasta aquí todo correcto e interesante, incluso las cartas de William Faulkner que está consultando en el Harry Ransom Center de Austin y que le sirven a Luis como hilo conductor de las suyas. La narración o, mejor diríamos, confesión a las dos mujeres de su vida fluye con excelente estilo, con reflexiones que le llevan a lector a pensar en el paso del tiempo, en la memoria de las relaciones personales, en las complicidades necesarias en toda pareja para no caer en el “tedio”, en esas cenas en celebración de San Valentín tan tristes que terminan con el acta de defunción de una vida juntos que ya no tiene ningún sentido. Si la novela, como en alguna ocasión ha confesado el propio autor, pretende ser una reflexión sobre el desgaste del amor en pareja, podemos decir que el objetivo a primera lectura está conseguido. Y sin embargo… El personaje de Luis es tan excesivo que pasa de patético a gilipollas en unas cuantas páginas iniciales, perfil que mantiene e intensifica a lo largo de toda la novela. Entre las “virtudes” que adornan al personaje se puede contar el desprecio hacia los demás, en particular el insulto gratuito a la compañera de trabajo, la gorda tetona, con quien en un momento de debilidad provocado por el alcohol mantuvo relaciones sexuales, cuyo recuerdo ahora le asquea; o tildar de pedófilo a un compañero de su amante, porque este ha pretendido invitarla a una copa. Descalificaciones de toda punto innecesarias pero que ya nos advierten de la catadura moral de quien le está confesando a su amante (otro rasgo de cinismo) que sus días perfectos son pasarlos en la cama con ella, pues la relación que mantiene con su mujer ya es una pesada carga de la que no puede o no sabe desprenderse. Y en el colmo de la gilipollez esnobista, el amigo Luis se dedica a reparar y pintar en sus ratos libres motos antiguas y a hacer escabeches para sus amigos. Y así a lo largo de toda la novela, hasta convertirse en un ridículo insufrible. Todo un personaje el tal Luis. Pero no nos equivoquemos, la culpa, evidentemente, no la tiene Luis, sino su creador, que ha querido hacer una novela sobre el desgaste del amor en pareja, y le ha salido como el culo. ¡Ah! Por cierto, no se pierdan la crítica a esta novela en el Diario de Sevilla (1-08-2021). Sin palabras. José López Romero.   

  

viernes, 20 de mayo de 2022

CHINO

Aunque soy arte y parte en este asunto, aunque muy indirecta, no me resisto a dedicar este breve artículo a una iniciativa que, con objetividad, me atrevería a calificar de interesante y provechosa. Me refiero a los cuatro libros o cuatro traducciones que lleva ya publicados el Aula Confucio del I.E.S. Padre Luis Coloma, en una línea de publicaciones que en estos cuatro años ha tenido como objetivo unir la cultura jerezana con la lengua china. De acuerdo con ese propósito, mis adjetivos adquieren todo su sentido: interesante y provechoso. Empezamos con un texto emblemático, el cuento por excelencia más conocido del autor que le da nombre al centro ‘Ratón Pérez’ (editorial Peripecias, 2018); seguimos al año siguiente con una selección de los aforismos de José Mateos que el propio autor tituló ‘Silencios escogidos’, una antología de sus textos que obtuvo el Premio Torino in Sintesi y que cuidó el mismo Mateos (editorial Canto y Cuento, 2019); el pasado 2020 vio la luz la traducción al chino del poemario de Pepa Parra ‘De profesión, viajera’ (ed. Canto y Cuento 2020), que había obtenido dos años antes el XI Premio de poesía para niños “El Príncipe Preguntón”. Después de un curso condicionado por la pandemia, a finales del mes pasado se presentó con motivo de la Semana Cultural China en el I.E.S. P. L. Coloma la traducción de ‘El pacto y otras novelas cortas’ de Sebastián Rubiales Bonilla, editado también por Canto y Cuento. Tanto José Mateos como Pepa Parra y Sebastián Rubiales mantuvieron con las traductoras chinas no pocas y complicadas conversaciones para explicarles el sentido de sus textos. La implicación y trabajo de los autores y de las profesoras de chino, con Jinliang Li a la cabeza, en estos proyectos han sido encomiables. Y sus frutos son los textos en edición bilingüe que han visto la luz. Una iniciativa ya consolidada que es uno de los emblemas del Aula Confucio del I.E.S. Padre Luis Coloma. Un magnífico grano de arena en esa interculturalidad de que tan necesitados estamos. José López Romero.