Julio Cortázar
viernes, 21 de octubre de 2022
UNOS FRENTE A OTROS
sábado, 8 de octubre de 2022
LA WIKIPOBRE
Hoy en día entre la casta investigadora, sea del ramo que sea, citar la wikipedia es como nombrar la bicha. Da asquito y repelús. Es como si la información que encontramos en la enciclopedia de la era tecnológica fuera de segunda clase, propia de investigadores de medio pelo con ínfulas de rigor científico. Y sin embargo, no hace mucho acudíamos desesperados a la Espasa en busca del dato perdido entre el laberinto de los catálogos de archivos y bibliotecas. ¡Pero, hombre!, dirán los de la casta, ¡no compares a la wikipobre con la aristocrática Espasa! ¡Hasta en las enciclopedias ha habido y sigue habiendo clases! Bien es cierto que la wikipedia arrastra la fama de que todo el mundo, entendidos, aficionados y diletantes, pueden meter el teclado en ella, apenas sin un mínimo filtro o control de calidad; lo que en palabras más rimbombantes se denomina “la enciclopedia libre”, libre para consultar y libre para editar. Ella misma se define como “almacenamiento y transmisión de información, que puede ser editada por cualquiera y de contenido abierto”. Y quizá en esta definición estriba su valor, más el añadido de que no ocupa, como la Espasa, medio piso (y me quedo corto) de los construidos en la era de la reduflación del metro cuadrado. No pocas ventajas que, si atentos estamos al manejo y contraste del contenido que consultamos, nos facilita la investigación sin que se la menosprecie y evitamos así que la casta la mire por encima del hombro. En estos tiempos en que un simple clic nos permite acceder a toda clase de datos, despreciar cualquier fuente de información me parece ridículo y trasnochado. Y prueba de ello es que nadie quiere ahora ni regalada una enciclopedia en papel, ni las librerías de viejo. ¡Ni la Espasa! que en su momento corrió en los ya ¡antiguos! CDs. La historia no para de darnos lecciones de que a veces la pobreza es humildad, y la aristocracia termina muriendo de vanidad. ¡Hasta las enciclopedias! José López Romero.
jueves, 4 de agosto de 2022
LECTURAS PARA VERANO II
El quinteto de Nagasaki
Aki
Shimazaki. Lumen, 2018.
Como bien se dice: “conocido el método…” Frase que se les puede aplicar literalmente a las dos novelas iniciales de esta escritora de origen japonés pero afincada en Canadá. ‘El quinteto de Nagasaki’ tiene los mismos ingredientes que la segunda, ‘El corazón de Yamato’: el mismo estilo intimista, en el que las flores y las libélulas juegan un papel importante, y la misma estructura, un entramado de vidas que Shimazaki, con gran maestría, sabe conducir a lo largo de relatos que tienen como protagonistas a personajes ya conocidos en los capítulos anteriores. En este caso, podemos destacar a Mariko Kanazawa y su hijo Yukio, en torno a los cuales giran los demás, entre los que podemos citar a su amante y padre de su hijo, el doctor Horibe, su hija Yukiko, y el marido de Mariko, el señor Takahashi. Y dos acontecimientos históricos: el terremoto de 1923 y la bomba atómica sobre Nagasaki en 1945. J.L.R.
Contigo
en la distancia
Carla Guelfenbein. Alfaguara, 2015
Con
esta novela Carla Guelfenbein (Santiago de Chile, 1959) obtuvo el XVIII Premio
Alfaguara de novela, y la verdad que bien merecido. ‘Contigo en la distancia’
(título de un famoso bolero, como supongo que todo buen lector/a sabe) es una
narración en la que la combinación de intriga y vida entre los personajes está
magistralmente desarrollada y engarzada. Una narración a tres voces que parte
de un acontecimiento que marca toda la novela: la misteriosa escritora,
considerada de culto, Vera Sigall cae de las escaleras de su casa y permanece
en estado de coma. La primera voz narrativa es la Daniel, un joven arquitecto y
vecino de Vera, que le va contando en el hospital todo lo que le está pasando:
su crisis matrimonial y el encuentro con Emilia, segunda voz narrativa, joven
que está preparando una tesis sobre la obra de Vera, trabajo al que la ha
alentado Horacio Infante, antiguo amante de Vera y tercera voz narrativa. Muy
buena. J.L.R.
martes, 19 de julio de 2022
LECTURAS PARA VERANO I
El jardín de vidrio
Tatiana
Tibuleac. Impedimenta, 2021.
Después de su deslumbrante ‘El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes’ esperábamos con expectación y, a la vez, con cierto temor la nueva novela de esta escritora moldava (Chisináu, 1978) a la que nos atreveríamos a considerar una de las grandes escritoras de este siglo XXI. Con expectación porque ‘El verano…’ nos había dejado con muchas ganas de seguir leyendo a Tibuleac, pero también con temor por pensar que esta nueva entrega no estaría a la altura de la primera. Y aunque igualar (nunca superar) a la anterior, ya era tarea difícil, ‘El jardín de vidrio’ no defrauda en absoluto. La historia de Lastochka, la niña que compra Tamara Pavlovna a un orfanato para que le ayude a recoger botellas de vidrio repartidas por toda la ciudad se convierte en un relato estremecedor que tiene como narradora a la protagonista ya adulta. El mejor elogio: no desmerece de aquel ‘verano en que mi madre tuvo los ojos verdes’. J.L.R.
Las viudas de los jueves
Claudia Piñeiro. Alfaguara, 2007.
Esta
novela, como otras de Claudia Piñeiro (‘Betibú’), cuenta con una excelente
versión cinematográfica del director Marcelo Piñeyro (2009). Y aunque por el
comienzo (tres hombres muertos en una piscina) el lector espera encontrarse con
una novela policiaca, en realidad la narración gira en torno a la burguesía
adinerada argentina, que tiene en la urbanización exclusiva “Altos de la
Cascada” su pequeño y protegido mundo. Un mundo de negocios, deporte,
amistades, muchas interesadas, pero también un mundo de escondidos vicios,
fracasos, envidias y pecados inconfesables. Claudia Piñero, una autora muy
recomendable, se sirve de sus personajes para mostrarnos la decadencia de una
burguesía que como el país entero (Argentina) corre veloz y irremediablemente
al desastre en todos los aspectos. Una novela con una escritura ágil, con un
diseño de personajes y un manejo de las situaciones excelentes. Muy buena.
J.L.R.
lunes, 20 de junio de 2022
CASTIGO
“Hoy se cumplen (21 de octubre)
doscientos ochenta y siete años que tuvo lugar en Madrid, un hecho que me place
ahora recordar, por lo que fuere. Un hombre que había sido el favorito de un
rey y el magnate más notorio de su tierra fue condenado a «morir degollado en
cadalso por la garganta». Hablo del muy poderoso señor D. Rodrigo Calderón,
marqués de Siete Iglesias [en la imagen], cuyo aniversario necrológico celebra
hoy la iglesia, no sé bien si con Tedeums o Misereres… Uno de los
cargos principales acumulados contra D. Rodrigo Calderón, marqués de Siete
Iglesias y ex secretario de Cámara, fue el «haber hecho sobre su corto
patrimonio una opulenta fortuna». Pero, ya queda dicho, del trágico
acontecimiento van transcurridos centenares de años, y centenares de ministros,
no menos venales que D. Rodrigo Calderón, han hundido sus manos avarientas en
las arcas del Tesoro, sin que hayan sido segadas jamás”. Así contaba el gran
bohemio Alejandro Sawa en su magnífico libro ‘Iluminaciones en la sombra’ la
suerte de este personaje que, efectivamente, murió degollado, como correspondía
a un noble, en la plaza Mayor de Madrid el 21 de octubre de 1621, recién
iniciado el reinado de Felipe IV. Y no menos cierta es la opinión o lamento del
ilustre escritor, muerto él mismo en la más absoluta pobreza, de que ya han
pasado por la historia de este país no cientos, sino miles de ministros y personajes políticos de diverso pelaje y de
la peor estofa que se han llenado los bolsillos, “han hundido sus manos
avarientas en las arcas del Tesoro” y aquí no ha pasado nada. Nada más que con
la historia más reciente, la de nuestra democracia, se podría haber inundado de
sangre varias veces la plaza Mayor, si la Historia, como se lamenta Sawa, no
nos diera con el famoso marqués lecciones vanas de ejemplaridad. En estos días
en que se debate tanto entre lo legal y lo moral, ético e incluso estético, que
algunos han llegado a esgrimir, lo cierto es que, como todos sabemos, lo legal
lo deciden las leyes y quienes tienen que administrarlas, con lo que ya
empezamos con los problemas, porque en este país la aplicación de las leyes
deja mucho que desear; y sobre lo moral, ético o estético algunos opinan que
cada ciudadano tiene su propio y particular concepto de ello. Y es posible que
así sea, porque siendo legal un buen negocio nuestra moral, ética o estética es
inversamente proporcional al volumen de nuestros bolsillos. No acudamos al
tópico ya manido de que todos tenemos un precio, cambiemos “precio” por
“dignidad”; y si esta no fuera suficiente, cambiémosla a su vez por “fama” u
“honra”, aquella que daba o quitaba la pública opinión. Y hoy son los medios de
comunicación los que se han apropiado de esa “pública opinión” y, en esto, como
en las leyes, ya empezamos con los problemas. ¡Qué razón tenía Sawa! José López
Romero.