A Jacques Le Goff (al que hemos vuelto como avisábamos en artículos precedentes) le debemos varios de los trabajos sobre la Edad Media (entre ellos “Los intelectuales en la Edad Media” o “La civilización del Occidente medieval”) que por rigor e interés merecen parangonarse con los ya clásicos estudios de E.R. Curtius (“Literatura europea y Edad Media latina”) o de Johan Huizinga (“El otoño de la Edad Media”) o de Norman Cohn (“En pos del milenio”) por citar sólo algunos de los más conocidos. Precisamente en “La civilización del Occidente medieval” Le Goff comenta la barbarización que sufrieron los intelectuales de la época para ponerse al nivel de una nueva población, que ya no entendían del refinamiento y de los sistemas de enseñanza impuestos por Quintiliano. San Agustín llega a declarar que es preferible “verse censurado por los gramáticos a no ser comprendido por el pueblo”. Quizá, y haciendo nuestro el lamento del santo de Hipona, la literatura que se enseña en los colegios no es ya la literatura que exige o demanda un pueblo nuevo o barbarizado (entiéndase el término al modo medieval o como ustedes quieran); quizá las canciones de Andy y Lucas sean ahora el canon o el instrumento de enseñanza que se debe utilizar en los centros de enseñanza, y el rap el género lírico por excelencia, o una entrega del Gran Hermano el modelo de representación dramática. “Puesto que los ignorantes y los sencillos no pueden elevarse a la altura de los letrados, que los letrado se dignen descender hasta su ignorancia”. Nunca he escrito tan en serio, nunca mis amigos tomarán mis palabras tan en broma. José López Romero.