Marzo de 1947. Un vehículo con matrícula de Gibraltar se estrella en
una calle de Jerez. En su interior aparece el conductor muerto con un tiro en
la cabeza. Este suceso empuja al inspector Castilla y al subinspector Romero a
introducirse en el turbio mundo del estraperlo en Jerez. Mientras, la ciudad se
prepara para recibir los restos mortales
del general Miguel Primo de Rivera, que será enterrado definitivamente en su
ciudad natal. Esta circunstancia es
aprovechada por algunas figuras relevantes de la época para convertir Jerez en
centro de intrigas políticas en un momento en el que el Régimen franquista
parece arrastrado inevitablemente, por la presión internacional, a claudicar en
favor de la monarquía.
Un
nuevo caso del inspector Castilla en el asfixiante ambiente de la posguerra
española.