El título de este artículo más parece un grito desesperado en esta sociedad de la Inteligencia Artificial que, precisamente, el título con que mi amigo y compañero de esta página, Ramón Clavijo, ha sacado a la luz el libro en el que repasa la historia de nuestra Biblioteca Municipal en el marco de la lectura pública en España. En cualquier caso, ¡dejadnos leer!, me refiera al grito o al libro, no deja de ser un aviso, una voz de alarma de un sector de la sociedad, el lector, que se siente cada vez más arrinconado, arrumbado, como fuera de un tiempo en que la letra impresa ha perdido el prestigio, el poco que ya le queda, y se ha convertido en una especie de secta molesta, incómoda, a la que se la mira con tanto asombro como desprecio. La lectura en este país nunca ha sido una actividad que haya gozado de la estima y la admiración, sino más bien se ha tratado con indiferencia y desatención. Y son los estudiosos del libro y de la lectura, como Ramón Clavijo, los que con sus trabajos se empeñan en devolverles el antiguo esplendor de que gozaron en otro tiempo, ese en el que los políticos legislaban para hacer llegar la cultura a todos los rincones de nuestro país, en el que se crearon las bibliotecas municipales en pueblos y ciudades de nuestra geografía, entre las que se cuenta la jerezana, la más antigua de Andalucía, inaugurada el 23 de abril de 1873. Una rica historia de ciento cincuenta años no exenta de vicisitudes, de buenos, malos y muy malos tiempos y que pese a ello, se ha mantenido y se mantiene en pie y en plena actividad gracias a los excelentes profesionales que la han dirigido, gestionado y cuidado de sus fondos. En este sentido, una de las reivindicaciones que en muchas ocasiones le he oído a Ramón es el patrimonio bibliográfico en general y el de la Biblioteca Municipal, en particular; patrimonio al que le dedica en su libro la segunda parte. Una reivindicación muy oportuna porque los ciudadanos ajenos al libro lo suelen ver con desapego, y muchos lectores lo tratan como un simple divertimiento, y se nos olvida con frecuencia que el libro es un objeto valioso, que alcanza en los círculos bibliófilos cifras que pueden competir con las mejores obras de arte, y que esa riqueza patrimonial también forma parte de la riqueza cultural de una ciudad como una iglesia o un retablo. Un objeto valioso y también peligroso, porque la historia, la más oscura de la humanidad, cuenta también con páginas en las que se recogen la quema de bibliotecas que fueron en su tiempo los grandes templos de la cultura universal; o la no menos ominosa requisa de libros que sufrió nuestra Biblioteca Municipal durante los años más duros del franquismo, como también recoge R. Clavijo en el libro. Por eso ‘¡Dejadnos leer!’ no solo es la historia de nuestra Biblioteca, sino también un grito, un aviso de que el libro y la lectura nunca desaparecerán. José López Romero.
Julio Cortázar
"Un libro empieza y termina mucho antes y mucho después de su primera y de su última página" (Julio Cortázar)
"Mientras se puede dar no se puede morir" (Marceline Desbordes-Valmore)
viernes, 17 de noviembre de 2023
viernes, 3 de noviembre de 2023
¿TÚ TAMBIÉN, ROJAS?
Leo en el estudio previo a la monumental edición de ‘La Celestina’ de la editorial Crítica, a cargo de Íñigo Ruiz Arzálluz, que “Rojas fue un lector de best sellers”, entre los que se encontraban allá por finales del siglo XV la ‘Fiammetta’ de Boccaccio, la ‘Historia de duobus amantibus’ de Eneas Silvio Piccolomini, el gran poeta del siglo Juan de Mena y, por supuesto, la novela sentimental ‘Cárcel de amor’ de Diego de San Pedro. Todo un conspicuo licenciado en Leyes, un escritor ocasional pero que dio a luz una de las obras más importantes en la historia de la literatura española, un hombre que supo ahondar como pocos en los caracteres de sus personajes, convertido en lector de esa lista de “los más vendidos” con la que hoy incitan los medios de comunicación a los lectores que no distinguen entre la buena literatura y el interés de las grandes editoriales por publicitarse. De vez en cuando curioseo estas listas que van especializándose por géneros, por temas e incluso por recomendaciones de alcance universal: “las diez novelas históricas que todos deben leer”, “las veinte novelas negras que nadie debe perderse”, “los cincuenta libros que recomienda la universidad de Oxford (no podía ser otra) que todo ser humano debe leer a lo largo de su vida”… y así una larga y variada enumeración de listas de libros que tienen en común la pertenencia a grandes y potentes editoriales y, en consecuencia, la ausencia total de las pequeñas, y con ellas de autores y obras que bien merecerían ser incluidos al menos en listas alternativas, independientes, al margen de intereses comerciales. Pero, claro, estas listas alimentarían una competencia que ni las editoriales ni los propios medios de comunicación estarían dispuestos a consentir, aunque estén incitando a consumir una literatura en muchos casos de muy dudosa calidad. Fernando de Rojas no sufrió la influencia de estas listas, fueron los propios gustos de los lectores de la época los que decidieron convertir a Boccaccio, a Piccolomini o a Juan de Mena en autores de éxito. El tiempo les ha dado la razón, el mismo tiempo que se la quitará a estas listas de hoy. José López Romero.
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