Julio Cortázar

"Un libro empieza y termina mucho antes y mucho después de su primera y de su última página" (Julio Cortázar)
"Mientras se puede dar no se puede morir" (Marceline Desbordes-Valmore)

viernes, 30 de mayo de 2025

LA MAQUINITA

El otro día me encontré a un amigo, al que me une especialmente una amistad libraria, aunque no coincidamos del todo en los gustos. “¿Sabes cuál ha sido mi última adquisición?”, me preguntó. Y ante mi expectante ignorancia, me informó muy ufano: “¡Una máquina de fango!”. Y siguió: “Me puse a buscar en Amazon y vi una baratita, marca Acme, una marca de garantía, y en dos días ya la tenía en casa. ¡Oye! ¡Una maravilla! Leí el manual de instrucciones, la enchufé a un puerto usb del ordenador y ¡a funcionar! Te sale un menú con los temas sobre los que puede crear bulos y noticias falsas. Un catálogo en el que la política es uno de esos temas estrellas. Pero preferí la literatura. Por curiosidad y por probar hasta dónde podía llegar la originalidad del artefacto en este asunto, le propuse que me crease algunos bulos literarios. Y, pásmate, no tardó ni dos minutos en crear seis o siete bulos”. Ante mi cara de ansiedad por conocer algunos de ellos, sacó su móvil y me puso por delante la foto que le había hecho a la pantalla y pude leer algunos de ellos. “Bulo 1: todos los premios literarios están amañados. Hasta hace poco tiempo mangoneaban y decidían los agraciados dos figuras muy preeminentes del panorama literario nacional. Bulo 2: hay premios que se han otorgado sin haberse escrito siquiera la obra premiada, seguramente se premiaba a un familiar. Bulo 3: las subvenciones son una buena herramienta para rescatar editoriales que son de la cuerda ideológica de quien las concede (con dinero público, por supuesto), editoriales en las que publican los escritores de la misma ideología (que no es otra que la del poder). Bulo 4: detrás de algunas novelas y premios están más que el nombre del autor, una serie de “negros” (argot literario) que mejoran tanto la obra que no la reconoce ni el primer padre o madre que la engendró”. Y así hasta un bien nutrido listado de bulos que daba escalofrío leer. Al final, en nota al pie de la pantalla, como si de esa letra pequeña de las hipotecas se tratase, se podía leer: “MAX: … La deformación deja de serlo cuando está sujeta a una matemática perfecta. Mi estética actual es transformar con matemática de espejo cóncavo las normas clásicas. [...]. Latino, deformemos la expresión en el mismo espejo que nos deforma las caras y toda la vida miserable de España.” Amén. José López Romero.

  

viernes, 9 de mayo de 2025

ENTREGAS

“Sociedad literaria. Lujo, prontitud y varatura (sic). ‘Martín el expósito’. Traducción del Doncel.- Edición de la Sociedad Literaria con grabados y litografías. Se ha repartido el tomo 11 y dentro de poco se repartirá el 12. Cada tomo consta de más de 200 págs. Con el 9º se han regalado 16 láminas litografiadas y el retrato de Sué. Se regalará el último tomo y con él el resto de las láminas ofrecidas. Se suscribe en Madrid a 4 rs. tomo, en la Sociedad Literaria; y a 5 rs. en las provincias franco el porte, en casa de D. José Bueno y de D. José María Contrastin”. Este era el anuncio que el 25 de marzo de 1847 aparecía en el Boletín de anuncios de la Revista Jerezana. La “Sociedad Literaria” era una editorial propiedad del famoso por aquellos años autor de novelas por entregas Wenceslao Ayguals de Izco, quien también se autoanunciaba con la publicación de su obra ‘La marquesa de Bella-flor o el niño de la inclusa’. La venta de novelas y de libros en general por suscripción popular fue uno de los métodos comerciales más frecuentes y socorridos durante el siglo XIX, que se complementaba con otros procedimientos como la entrega (lo que ahora llamamos fascículos) o, incluso, la publicación en los faldones de los periódicos o también llamado folletín (“Escrito que se inserta en la parte inferior de las planas de los periódicos, y trata de materias extrañas al objeto principal de la publicación, como artículos de crítica, novelas, etc…”, DRAE) que, una vez terminada, pasaba a comercializarse en volumen. De todo ello tenemos un excelente muestrario en nuestra ciudad si el curioso lector consulta el diario local ‘El Guadalete’, en su época de mayor esplendor que fue la segunda mitad del s. XIX, donde encontrará numerosos ejemplos de lo expuesto. Muchos de los grandes novelistas de esta época, así como sus editores acudieron a estos mecanismos de publicación porque llegaban a un público más numeroso y, en consecuencia, sus beneficios eran mayores. Sobre todo, aquellos autores que tenían la literatura como única fuente de ingresos, algunos de los cuales gozaban de una posición económica muy desahogada a base de suscripciones y entregas. Quizá el más famoso de entre ellos sea Manuel Fernández y González, del que se decía que disponía de cuatro amanuenses a los que les iba dictando al mismo tiempo las cuatro obras que tenía a la venta en el mercado de las entregas. Buena prueba de ello es la nota que incluye Valle-Inclán en la acotación inicial de la escena segunda de ‘Luces de bohemia’. De la librería de Zaratustra señala: “Empapelan los cuatro vidrios de una puerta cuatro cromos espeluznantes de un novelón por entregas”. Hoy, en plena era de la imagen y de la escasa lectura, poco o nada tienen que hacer estos novelones decimonónicos, basta con que el ciudadano se ponga delante del televisor y asista a las distintas entregas de los cuatro espeluznantes cromos de la situación política de nuestro país, con sus nombres y sus apellidos, y con sus láminas o sus rostros de cartón piedra como regalo. Como diría Valle: “¡fantoches!” José López Romero.