Julio Cortázar

"Un libro empieza y termina mucho antes y mucho después de su primera y de su última página" (Julio Cortázar)
"Mientras se puede dar no se puede morir" (Marceline Desbordes-Valmore)

sábado, 26 de octubre de 2013

BLOGS

A veces darse una vuelta por Internet para leer las críticas que sobre un determinado libro han colgado sus lectores, es un ejercicio muy instructivo. Confieso que yo lo he hecho tanto con libros que iba a leer, como con algunos ya leídos para comprobar si mis impresiones de lector coincidía con otros a veces de distintos países incluso. El otro día, sin ir más lejos, lo hice con uno que iba a empezar a leer ‘El intocable’ de John Banville. Lo había comprado hacía ya un tiempo, pero hace unos meses leí ‘Antigua luz’, y ahora consideraba el momento de volver sobre este autor con otra de sus narraciones más representativas. Tengo también pendiente alguna novela negra que publica bajo el seudónimo de Benjamín Black. Pues bien, puse en Google el título y de inmediato me saltaron un sinnúmero de entradas, entre ellas, la de un blog que rezaba lo siguiente: “He acabado el libro y no he dejado ninguna marca. Ni una línea subrayada, ninguna esquina doblada. Me parece que es un libro que no pasará a la historia de mi biblioteca en un sitio preeminente. ¡Benigno! (nombre del bloguero que se dirige a sí mismo) ¿No te ha gustado? No, no es eso. Es que no me ha calado suficientemente hondo, me ha entretenido pero nada más”. El comentario de Benigno hace  preguntarme ¿con qué intenciones nos acercamos a los libros? ¿Qué esperamos encontrar en ellos y qué queremos que ellos nos den? Está claro que nos acercamos a los libros con distintos objetivos; de unos, solo queremos que nos entretengan (‘El intocable’ al menos lo consiguió con Benigno); a otros los leemos por el autor, del que ya hemos leído algo que nos ha gustado o le vamos a dar otra oportunidad. Pero esperar de todos los libros que nos conmuevan, que nos cambie la vida, que nos cale en lo más profundo es esperar demasiado de la literatura. “Seguro que terminas hablando de las mujeres” –me dice mi señora, sabedora de que estoy escribiendo el artículo. Pues la verdad es que no se me había ocurrido la comparación. José López Romero.



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