En un anuncio de tv. un famoso entrenador afirma convincente que “el fútbol lo cura todo”. Yo que he sido futbolero toda mi vida, dudo del poder sanador de este deporte, por mucho que nos intente convencer el mismísimo Simeone. A menos que se entienda por proceso curativo los insultos a los árbitros y a los jugadores del equipo rival, los exabruptos racistas escondidos bajo el amparo de la masa, etc., el llamado desahogo del energúmeno. Nunca he visto que un descerebrado que insulta, que agrede o que acuerda con los descerebrados del equipo contrario pegarse una paliza se curara de su mentecatez ni siquiera viendo a su equipo ganar; sino todo lo contrario, persiste terco en su imbecilidad crónica. En cambio, sí puedo afirmar categóricamente, aunque mi persona no disfrute del prestigio de Simeone, que los libros sí curan, y están especialmente indicados para enfermedades de nuestro tiempo. Y como prueba, valga la iniciativa que podíamos leer hace unas semanas que han tenido algunas farmacias de Galapagar de recetar libros contra la soledad, campaña promovida por la ONG “Acervo Intergeneracional”. No hay mejor establecimiento -afirma el reportaje- que una farmacia, pues a ella acuden a diario las personas que más sufren esta enfermedad: los mayores. La lectura es sólo el principio de todo un proceso curativo que pasa por el intercambio de opiniones, los comentarios, el taller de lectura, hasta lograr el objetivo último: formar una familia en torno a los libros. Incluso esta ONG también ofrece “la posibilidad de convertirse en una pareja lectora. Es decir, un voluntario y un beneficiario se organizan para leer juntos y así descubrir temas de los que hablar para combatir la soledad. Todo gracias al increíble poder que tiene la lectura y a una muestra de lo que se llama “escucha activa”, nos informa el reportaje. Y hace ya un tiempo saltó a los medios de comunicación otro reportaje titulado “biblioterapia literaria”, una iniciativa que la doctora Ella Berthoud había puesto en práctica en su consulta: les hacía a sus pacientes un pequeño test de sus gustos lectores y les recetaba las novelas indicadas para sus dolencias. Una terapia que no es tan moderna ni disparatada, pues la lectura en el antiguo Egipto ya se consideraba “medicina para el alma”. No cabe ninguna duda de que leer favorece la actividad cerebral y la capacidad de imaginación y de evocación de recuerdos, como también el espíritu crítico, tan necesario en estos tiempos. Como todo deporte, para un aficionado el fútbol es fuente de alegría, de felicidad y, sobre todo, de pasiones, que deben controlarse con el sentido común y la buena educación (“Respeto”). ¿Curar? al energúmeno que vemos en los estadios ya no lo cura ni la mejor de las novelas. José López Romero.
Julio Cortázar
sábado, 16 de diciembre de 2023
viernes, 1 de diciembre de 2023
LA OTRA REALIDAD
Leo ‘Algo va mal’ del reconocido historiador británico Tony Judt (1948-2010). Sus reflexiones sobre los beneficios y perjuicios de la socialdemocracia en los Estados occidentales a lo largo del siglo XX, son tan interesantes como incontestables. Defiende Judt que en países de tanta influencia en Occidente como EE.UU. e Inglaterra (con los gobiernos de Ronald Reagan y George W. Bush en el primero, y los de Margaret Thatcher y Tony Blair en el segundo) se ha impuesto un capitalismo a ultranza e inhumano (ya saben: “los ricos, cada vez más ricos, y los pobres…”). Y como ejemplo, la política de privatización de servicios que le corresponden al Estado mantener por el bien de sus ciudadanos. Lo que en teoría parece una buena idea (se vende el servicio, lo que supone ingresos para las arcas públicas y el Estado se libra de una responsabilidad), en la práctica ha sido muy diferente, porque -dice Judt- no ha “representado ninguna ventaja colectiva evidente… La privatización es ineficiente”. Y como consecuencia de ese abandono de la responsabilidad del Estado y de esa ineficiencia, la lucha por la igualdad, por la justicia social, por la movilidad social está pasando desde hace décadas por una crisis que el mundo actual aún no sabe cómo ajustar o solucionar. Pero ¿qué pasa cuando el ciudadano no quiere luchar por esa igualdad, por la justicia y la movilidad social? En ‘Algo va mal’, como sospecho que en ningún estudio sobre la situación social y económica del mundo actual, en ningún momento se trata el problema de esa masa de ciudadanos que se conforma con los subsidios (la famosa “paguita”) que el Estado les da, no porque no encuentran trabajo, sino porque no quieren trabajar. Es el mismo caso del alumno que no quiere estudiar, que se dedica a no hacer nada en clase porque sabe que el sistema lo pasará de curso, aunque tenga todas las asignaturas suspensas; y así estamos creando la sociedad de individuos del nulo esfuerzo y de analfabetos no funcionales, sino totales y absolutos, pero que son muy útiles para las elecciones. ¡Qué razón tuvo y siendo teniendo Ibsen! José López Romero.
viernes, 17 de noviembre de 2023
¡DEJADNOS LEER!
El título de este artículo más parece un grito desesperado en esta sociedad de la Inteligencia Artificial que, precisamente, el título con que mi amigo y compañero de esta página, Ramón Clavijo, ha sacado a la luz el libro en el que repasa la historia de nuestra Biblioteca Municipal en el marco de la lectura pública en España. En cualquier caso, ¡dejadnos leer!, me refiera al grito o al libro, no deja de ser un aviso, una voz de alarma de un sector de la sociedad, el lector, que se siente cada vez más arrinconado, arrumbado, como fuera de un tiempo en que la letra impresa ha perdido el prestigio, el poco que ya le queda, y se ha convertido en una especie de secta molesta, incómoda, a la que se la mira con tanto asombro como desprecio. La lectura en este país nunca ha sido una actividad que haya gozado de la estima y la admiración, sino más bien se ha tratado con indiferencia y desatención. Y son los estudiosos del libro y de la lectura, como Ramón Clavijo, los que con sus trabajos se empeñan en devolverles el antiguo esplendor de que gozaron en otro tiempo, ese en el que los políticos legislaban para hacer llegar la cultura a todos los rincones de nuestro país, en el que se crearon las bibliotecas municipales en pueblos y ciudades de nuestra geografía, entre las que se cuenta la jerezana, la más antigua de Andalucía, inaugurada el 23 de abril de 1873. Una rica historia de ciento cincuenta años no exenta de vicisitudes, de buenos, malos y muy malos tiempos y que pese a ello, se ha mantenido y se mantiene en pie y en plena actividad gracias a los excelentes profesionales que la han dirigido, gestionado y cuidado de sus fondos. En este sentido, una de las reivindicaciones que en muchas ocasiones le he oído a Ramón es el patrimonio bibliográfico en general y el de la Biblioteca Municipal, en particular; patrimonio al que le dedica en su libro la segunda parte. Una reivindicación muy oportuna porque los ciudadanos ajenos al libro lo suelen ver con desapego, y muchos lectores lo tratan como un simple divertimiento, y se nos olvida con frecuencia que el libro es un objeto valioso, que alcanza en los círculos bibliófilos cifras que pueden competir con las mejores obras de arte, y que esa riqueza patrimonial también forma parte de la riqueza cultural de una ciudad como una iglesia o un retablo. Un objeto valioso y también peligroso, porque la historia, la más oscura de la humanidad, cuenta también con páginas en las que se recogen la quema de bibliotecas que fueron en su tiempo los grandes templos de la cultura universal; o la no menos ominosa requisa de libros que sufrió nuestra Biblioteca Municipal durante los años más duros del franquismo, como también recoge R. Clavijo en el libro. Por eso ‘¡Dejadnos leer!’ no solo es la historia de nuestra Biblioteca, sino también un grito, un aviso de que el libro y la lectura nunca desaparecerán. José López Romero.
viernes, 3 de noviembre de 2023
¿TÚ TAMBIÉN, ROJAS?
Leo en el estudio previo a la monumental edición de ‘La Celestina’ de la editorial Crítica, a cargo de Íñigo Ruiz Arzálluz, que “Rojas fue un lector de best sellers”, entre los que se encontraban allá por finales del siglo XV la ‘Fiammetta’ de Boccaccio, la ‘Historia de duobus amantibus’ de Eneas Silvio Piccolomini, el gran poeta del siglo Juan de Mena y, por supuesto, la novela sentimental ‘Cárcel de amor’ de Diego de San Pedro. Todo un conspicuo licenciado en Leyes, un escritor ocasional pero que dio a luz una de las obras más importantes en la historia de la literatura española, un hombre que supo ahondar como pocos en los caracteres de sus personajes, convertido en lector de esa lista de “los más vendidos” con la que hoy incitan los medios de comunicación a los lectores que no distinguen entre la buena literatura y el interés de las grandes editoriales por publicitarse. De vez en cuando curioseo estas listas que van especializándose por géneros, por temas e incluso por recomendaciones de alcance universal: “las diez novelas históricas que todos deben leer”, “las veinte novelas negras que nadie debe perderse”, “los cincuenta libros que recomienda la universidad de Oxford (no podía ser otra) que todo ser humano debe leer a lo largo de su vida”… y así una larga y variada enumeración de listas de libros que tienen en común la pertenencia a grandes y potentes editoriales y, en consecuencia, la ausencia total de las pequeñas, y con ellas de autores y obras que bien merecerían ser incluidos al menos en listas alternativas, independientes, al margen de intereses comerciales. Pero, claro, estas listas alimentarían una competencia que ni las editoriales ni los propios medios de comunicación estarían dispuestos a consentir, aunque estén incitando a consumir una literatura en muchos casos de muy dudosa calidad. Fernando de Rojas no sufrió la influencia de estas listas, fueron los propios gustos de los lectores de la época los que decidieron convertir a Boccaccio, a Piccolomini o a Juan de Mena en autores de éxito. El tiempo les ha dado la razón, el mismo tiempo que se la quitará a estas listas de hoy. José López Romero.
viernes, 20 de octubre de 2023
PRISIONEROS
El 7 de diciembre de 1639 el rey Felipe IV mandaba a prisión al escritor Francisco de Quevedo y Villegas. ¿El motivo? Cuenta la leyenda que el rey se había encontrado días antes debajo de su servilleta un poema o memorial que comienza: “Católica, sacra, real Majestad, / que Dios en la tierra os hizo deidad”, y que venía a criticar el gobierno de su valido don Gaspar de Guzmán, el todopoderoso conde-duque de Olivares. Quevedo, ya de sesenta y un años y con todos los achaques de una mal llevada vejez, fue recluido por cuatro años en el Convento Real de San Marcos en León, lugar del que el propio escritor llegó a confesar que había pasado más frío que en ninguna otra parte. Una leyenda la del memorial, aunque las opiniones en torno al poema están encontradas; mientras que José Manuel Blecua, uno de nuestros grandes especialistas en la poesía de Quevedo, había demostrado hace tiempo que el poema pertenecía a esa larguísima lista de apócrifos del poeta madrileño, otro investigador, Fernando Plata Parga, ha vuelto sobre la autoría de Quevedo. Sea el que fuere el motivo por el que el rey mandó encarcelar al gran don Francisco, lo cierto es que a nadie en la Corte le era ajena la inquina que este le tenía a Olivares; una inquina que don Gaspar correspondía con la misma saña. Quevedo moriría dos años más tarde de su excarcelación en Villanueva de los Infantes, “Retirado en la paz de estos desiertos, / con pocos, pero doctos libros juntos, / vivo en conversación con los difuntos, / y escucho con mis ojos a los muertos”.
En mayo de 1934 fue denunciado y
arrestado Ósip Mandelstam y condenado a tres años de destierro en los Urales a
consecuencia de haber publicado un poema el año anterior contra el gran genocida
del siglo XX Iósif Stalin. El poema, que comienza con estos versos: “Vivimos
insensibles al suelo bajo nuestros pies, / nuestras voces a diez pasos no se
oyen. / Pero cuando a medias a hablar nos atrevemos / al montañés del Kremlin
siempre mencionamos”, sólo fue un simple motivo para la purga de intelectuales ordenado
por el régimen que de forma totalitaria había impuesto “el montañés del Kremlin”.
Fue la primera de una serie de detenciones sufridas por uno de los grandes
poetas rusos del siglo XX, y con la prisión el largo e inhumano peregrinar por
pueblos, por tribunales y por la represión de un Estado al que no le temblaba
la mano para meter en la cárcel a cualquier ciudadano o el fusil ante el
paredón. De ello nos ha dejado un terrible
testimonio la esposa de Mandelstam, Nadiezhda, en su libro ‘Contra toda
esperanza’ (Acantilado). Un escalofriante régimen del terror que le lleva a
Nadiezhda a escribir: “Escogimos todos el camino más fácil: callábamos en la
confianza de que no nos matarían a nosotros sino al vecino. No sabíamos
siquiera quién entre nosotros mataba y quién se salvaba, simplemente, gracias a
su silencio”. Liberado, Ósip Mandelstam fue arrestado nuevamente en 1938, durante la Gran Purga. Murió en un campo de
trabajo forzado cerca de Vladivostok, en el extremo oriental de la URSS, ese mismo
año. José López Romero.
viernes, 6 de octubre de 2023
FRUNCIR EL CEÑO
Me encuentro en Internet una página web titulada “Escuela de escritores” en la que se recomienda no usar expresiones como “piernas torneadas”, “pechos turgentes” y “fruncir el ceño”, a las que se añaden otras expresiones (“silencio sobrecogedor, espiral de violencia, las lágrimas acudiendo a los ojos, marco incomparable, mar de dudas, mirada cómplice”) que lejos de mejorar el estilo de los escritores principiantes, acaban estos por caer en clichés vacíos de contenido e intención, que sólo delatan ante los lectores el poco esfuerzo, la escasa imaginación del creador. Nadie está a salvo del uso de estas expresiones, pero una cosa es utilizarlas y otra muy distinta abusar de ellas. Acabo de leer dos novelas en las que el abuso de “fruncir el ceño” es muy llamativo. La primera tiene su justificación: su autora es una escritora muy novel que apenas ha echado el primer diente de leche en esto de la literatura y, por tanto, desconoce los registros y mecanismos para no caer en una repetición tan molesta y que afea sin duda el relato. Habrá que recomendarle la página “Escuela de escritores”. Pero la segunda pertenece a una escritora ya reconocida y avalada por numerosos premios. Hasta quince “fruncir el ceño” le he contado a su novela, como si ni su autora ¡ni su traductora! hayan sido capaces de echarle un poco de más esfuerzo o imaginación para no incurrir en tanto “ceño fruncido”. No son nuevos estos clichés que señalaba Alejandro Marcos, el autor de la página web. Las novelas por entregas decimonónicas o, en general, la literatura popular siempre ha manejado o manoseado este tipo de expresiones vacías como mecanismo repetidor que facilitaba la labor tanto del autor, exigido por las prisas de la entrega, como de un lector poco exigente. Por ello, no estaría mal decidir la calidad de una novela por las veces en que sus personajes “fruncen el ceño” o se lanzan “miradas cómplices” o se sumergen en un “mar de dudas”, así la labor del crítico también se vería facilitada ante productos de escaso interés. Por mi parte, cada vez que vea una de estas expresiones, torceré el gesto. José López Romero.
domingo, 6 de agosto de 2023
LECTURAS DE VERANO II
El lector impertinente
José
Luis García Martín. Renacimiento, 2020.
Suele
José Luis García Martín reunir en volumen muchos de sus breves pero siempre
interesantes y bien documentados comentarios sobre literatura contemporánea que
publica en su blog “Crisis de papel”, al que subtitula “Lecturas de J.L. García
Martín”. Además de este ‘Lector impertinente’, he tenido el gusto de leer otros
dos: ‘Sin contemplaciones’ y ‘Lecturas buenas y malas’; y puedo decir que en
casi todos los artículos o “lecturas” he encontrado toda una lección de
literatura y, sobre todo, de una crítica literaria en la que escasea, por no
decir exenta del elogio gratuito, de deudas y amiguismos. Descubrir autores y
libros a los que es difícil llegar si no es a través de la crítica, de una
rigurosa crítica, en estos tiempos es algo impagable. Y eso es lo que el
lector puede encontrar en los textos de J.L. García Martín, a quien recomendamos
aquí también como poeta. J.L.R.
La segunda amante del rey
Alonso Cueto. Penguin Random House, 2017.
Prolífico
escritor peruano (Lima, 1954), Alonso Cueto cuenta con una tan dilatada como
exitosa y reconocida carrera literaria, en la que destaca ‘La hora azul’.
Aunque el argumento de ‘La segunda amante del rey’ no puede ser más tópico:
triángulo amoroso, en el que Gustavo Rey, como vértice superior, hombre ya
maduro y de éxito en los negocios, casado con Lali, se enamora de una de sus
empleadas, la joven Jossy. Y para impedir que lo que no debería pasar de una de
sus muchas y consentidas aventurillas fuera a mayores, Lali contrata a un
profesional para seducir a la amante. Pero la novela de Cueto trasciende la
situación tópica no solo por el perfil de los personajes, en los que destaca la
esposa, una señora de muy pocos escrúpulos cuando se trata de conseguir lo que
quiere (el fin justifica los medios), sino también por el dominio en el
desarrollo de los acontecimientos y el lenguaje utilizado. Excelente. J.L.R.
sábado, 15 de julio de 2023
LECTURAS DE VERANO I
HHhH
Laurent Binet. Seix Barral, 2011.
Laurent
Binet consiguió con esta novela el prestigioso premio Goncourt a la primera
novela. Su título responde a las cuatro H de la frase en alemán “Himmlers Hirn
heisst Heydrich”, que se traduce “el cerebro de Himmler se llama Heydrich”. Por
lo que ya podemos suponer el tema sobre el que trata el relato y su
protagonista: el “carnicero” Reinhard Heydrich o, mejor dicho, Binet insiste en
darles todo el protagonismo a los dos paracaidistas que llevaron a efecto la
llamada “Operación Antropoide”: Jan Kubis y Jozef Gabcik, que lograron asesinar
a quien en aquel momento ostentaba el cargo de Protector de Bohemia-Moravia y
había sido nombrado por el propio Hitler el máximo responsable de la llamada
“Solución Final”. Binet, que combina la crónica histórica con el proceso de
creación del relato, no quiere dejar en el olvido a las familias de Praga que
ayudaron a aquellos héroes a lograr su objetivo. Un relato estremecedor. J.L.R.
Los
ingenuos
Manuel Longares. Galaxia Gutenberg, 2013.
Doce
años después de la primera edición de su deslumbrante ‘Romanticismo’, Manuel
Longares publicó esta novela corta que recrea en tres partes la vida de una
familia en tres de los periodos preferidos del escritor: los años 40, los
comienzos de los 60 y la muerte de Franco. Periodos que también le sirven de
marco a su obra ‘Las cuatro esquinas’. Y como ya es característico de Longares:
Madrid como espacio central de sus narraciones; en este caso la Puerta del Sol
y sus carteles de cine, y sus calles aledañas (modestia y prostitución). En uno
de los inmuebles de la calle Infantas tiene la portería la familia formada por
Gregorio, Modesta y sus dos hijos, Goyo y Modes. Una familia a la más pura
vieja tradición española: las mujeres deben cuidar de los varones, mientras
estos, como Gregorio, se dedican a sus fantasías y veleidades. Como toda novela
de Longares, excelente literatura. J.L.R.
viernes, 30 de junio de 2023
ATRACTIVO
“Por qué los hombres que leen son más atractivos que los que no lo hacen y son mejores parejas”, leo el artículo firmado por Ana Bretón y publicado en una revista dominical. Y de inmediato se lo enseño a mi mujer, y no tiene otra cosa que hacer que mirar la ilustración que acompaña al texto (un cuerpo de casi dos metros de insultantes músculos y juventud leyendo un libro, tirado en una tumbona, y en el que apenas se adivina el bañador). Los ojos de mi mujer iban a la ilustración y volvían a mí en ese gesto tan indiscreto como molesto de la comparación. “¡Qué fácil es hoy hacer un titular de un artículo!”, le escuché. Y acto seguido llamó a cónclave a la toda la familia. ¡Y otra vez el mismo proceso! Los ojos de mis hijos iban de la ilustración a mi cuerpo (les ahorro la descripción). Y después se queja la madre de a quién han salido estos niños. “¡Hombre! ¡Pá!”, sentenció mi hijo con un condescendiente golpecito en el hombro. Mi hija, más observadora y objetiva: “En algo se parece a ti, father. En cómo sujeta el libro”. Los tres se miraron y el silencio fue realmente humillante. Pero no habéis entendido nada, les dije. No se trata de que al leer un libro me convierta en el joven de la tumbona (gesto de decepción de mi mujer), sino que a buena parte de las mujeres los hombres que leen les resultan más atractivos. Es más, añadí en un desesperado intento de convencimiento, leed el subtítulo: “Ni el timbre de voz, ni el olor corporal, ni la altura, ni tener un culete respingón o planisférico... No. Varias encuestas confirman que lo que las mujeres consideran sexy de verdad es que los hombres lean libros. Y además, las parejas de lectores duran más”. No os olvidéis de ese “además: son mejores parejas y estas duran más. Incluso las faltas de ortografía se consideran faltas de educación, como yo he defendido siempre… Me quedé solo con mis argumentos… y mis lecturas. Y esto me trajo a la memoria aquellos turbulentos años del final del Franquismo y los comienzos de la Democracia, en que muchos jóvenes acudían con sus trencas y sus pantalones de pana a tomar una cerveza en Los Caracoles con algún libro en la mano, invariablemente las ‘Poesías Completas’ de Antonio Machado publicadas en Austral, a ver si salían de aquella tan prolongada como inconfesable sequía de relaciones con el sexo femenino. Sin duda, la pose cultureta era un reclamo o, al menos, eso pensaban los tan inocentes como esperanzados que al final no se comían una rosca. Ahora parece que la cosa ha cambiado, y tanto que en tan excelente reportaje (una fotocopia ya está expuesta debajo del cristal de la mesita de noche) se afirma: “el 65% no mantendría relaciones sexuales con alguien que no fuese capaz de distinguir entre 'haber' y 'a ver', 'hecho' y 'echo', 'entorno' y 'en torno'”. Yo siempre he sabido distinguir “haber” y “a ver”, “hecho” y “echo”…, y no cometo faltas de ortografía, me insinúo a mi mujer. “¡Anda! Sujeta este libro -me dice-. Son las ‘Poesías Completas’ de Machado”. Hay días en que es mejor no leer nada, ni revistas. José López Romero.
viernes, 16 de junio de 2023
ORTOGRAFÍA
“Eres bastante culta: no cometes faltas de ortografía y ni siquiera usas abreviaturas. ¿Eres más mayor?”, le comenta un personaje a una anónima chateadora en la novela ‘Nunca pasa nada’ de José Ovejero. Los dos rasgos por los que es calificada de “culta” (no cometer faltas y no utilizar abreviaturas) hace ya mucho tiempo eran requisitos indispensables para aprobar los niveles básicos del sistema educativo. Ahora, en estos procelosos tiempos de los emoticones, de las abreviaturas y de las faltas de ortografía, es decir, del desprecio total y absoluto por nuestra lengua (ya bastante vilipendiada en la misma geografía nacional), ser una persona cuidadosa y, sobre todo, respetuosa con ella es signo inequívoco de ser “mayor”. Y lo más lamentable es que es así. Si no utilizas los mecanismos comunicativos de las redes sociales, en especial las abreviaturas y los símbolos, te delatas: eres un viejo. A ningún joven, en su insano perjuicio, se le ocurriría mandar mensajes a sus amigos como las normas de la lengua establecen, y así lo que se utiliza a diario se convierte a su vez en norma y en signo de distinción por contraposición: lo joven frente a lo viejo y trasnochado. Incluso por ahí andan manuales y estudios sobre este nuevo lenguaje que algunos pretenden elevar a código. No lo verán mis ojos. Pero lo que sí ven todos los días es la perniciosa influencia de este nuevo arte de comunicarse en este tiempo sobre los escritos de nuestros jóvenes, en una despreocupación alarmante por ese arte de la buena escritura y no digamos de la correcta oralidad. Y digo “alarmante” porque no encuentro, ni entre los pliegues de la nueva Ley de Educación (la llamada LOMLOE) ni una referencia a la ortografía, ni a los criterios de evaluación de esta. Es más y como un buen indicativo del respeto que actualmente merece, en la PEvAU (Selectividad) en el examen de Lengua solo se le puede descontar un máximo de dos puntos a un alumno/a por muchas faltas de ortografía que cometa. Quizá tenga toda la razón el personaje de Ovejero: la ortografía ya es propia de la edad, como los achaques, como el dolor de corazón. José López Romero.
sábado, 3 de junio de 2023
HUYSMANS
¿Cómo conocí a Joris-Karl Huysmans? Pues por el procedimiento habitual: un libro me condujo a este escritor francés de la segunda mitad del siglo XIX. Aquel libro es la novela de Emilia Pardo Bazán ‘La madre Naturaleza’ y, en concreto, la referencia que Ignacio Javier López (su editor de Cátedra, Letras Hispánicas) hace sobre la importancia de Huysmans como uno de los escritores que inicia la literatura decadentista como superación del Naturalismo imperante. Una influencia en nuestros novelistas (Galdós o la misma Pardo Bazán), que ya intentaban nuevos caminos narrativos ante el hastío o cansancio de los principios naturalistas. Es más, doña Emilia conoció personalmente a Huysmans en uno de sus frecuentes viajes a París, a través de la tertulia literaria de los Goncourt. Y como no podía ser de otra manera, dados los méritos de tan eximio autor, no pude resistirme a la tentación de leer alguna de sus novelas, y la que encontré en el mercado fue la titulada ‘A contrapelo’ (‘À rebours’) que, en opinión general, inicia ese decadentismo finisecular. Después de su lectura, curioseé en Internet en busca de opiniones y críticas sobre ella, y me topo con el artículo titulado “Huysmans y el fin de siglo hispánico: un apunte” (en https://books.openedition.org), en el que su autora, Julia Amezúa, repasa la influencia que ejerció este escritor francés en los autores hispano-americanos, con especial atención a sus contemporáneos, a la generación posterior y, sobre todo, al impacto que ‘À rebours’ tuvo en nuestra literatura. Y entre las opiniones, confesiones y críticas, la que más me ha sorprendido es la de Guillermo Cabrera Infante (el célebre novelista cubano), quien queda hasta tal punto fascinado con el protagonista de ‘A contrapelo’, des Esseintes, que no duda en compararlo “con el héroe Ulises, y equipara al escritor Huysmans al nivel de Flaubert ο de Chateaubriand, por encima de escritores como Balzac ο G. Sand.” (cita del artículo de Julia Amezúa). Quien se atreva a leer ‘A contrapelo’ se dará cuenta desde la primera página hasta la última que está ante una obra que apenas se ajusta a lo que entendemos por un relato y, por tanto, dista mucho su protagonista de ser un nuevo y decadente Ulises, por muy riguroso en su exageración que se ponga Cabrera Infante. Huysmans aprovecha a su personaje, prácticamente el único que aparece en la novela, para exponer toda clase de saberes y opiniones, hasta el punto de que más parece una miscelánea al más clásico estilo del siglo XVI que una novela. Desde los distintos tipos de telas, colores o piedras preciosas, hasta la crítica literaria tanto del mundo grecolatino como de los autores contemporáneos, pasando por los escritores religiosos del Medievo, ‘A contrapelo’ se convierte en una lectura ardua, por momentos muy aburrida y no apta para lectores que buscan en la literatura algo parecido a las maravillosas aventuras del héroe de Ítaca. Amezúa en su interesante artículo (mucho más interesante que la propia novela de Huysmans) también cita la opinión que Luis Antonio de Villena vertiera en el prólogo a la edición de la novela en Bruguera con el título ‘Al revés’ (1986). Delirante. José López Romero.
sábado, 20 de mayo de 2023
OBSESIÓN
“Yo soy muy obsesivo. Y cuando me da una obsesión, me entrego a ella sin condiciones. He sido lector toda la vida y cuando estudiaba en la Universidad me dio por leer a todos los escritores hispanoamericanos que caían en mis manos; afortunadamente, el colegio mayor donde residía tenía una magnífica biblioteca, porque de otra manera no me podría haber permitido tanta lectura”, me comentó cierto día un gran amigo, a quien lo de obsesivo (y no solo en la lectura, sino en otros ámbitos que nada tienen que ver con el sexo, no sean ustedes malpensados) no hacía falta que me lo jurase. Estudiaba en Granada Química y por aquellos años del franquismo agonizante, el ambiente universitario era un hervidero de inquietudes políticas, entre la ilusión y el temor por lo que estaba por venir, y también culturales, ninguna manifestación artística le era ajena al mundo estudiantil. Cursar Química y devorar las novelas que ya estaban consideradas unos clásicos modernos no era nada excepcional; es más, puedo decir que he tenido compañeros de vocación científica tan buenos y grandes lectores, como pésimos y negados entre los dedicados a las letras, lo que no deja de ser tan admirable como lamentable. De los primeros he aprendido mucho; de los segundos, también pero a la inversa. A riesgo de caer en la generalidad siempre injusta, muy distinto de aquel ambiente es el universitario de ahora. Poco comprometido con la política, quizá ya decepcionado por tanta ineptitud y mentira, y escasamente dado a la lectura, una actividad que pese a los esfuerzos en las aulas poco o nada puede hacerse ante la sociedad de la imagen. De un tiempo a esta parte a mi amigo le ha dado (otra de sus obsesiones) por el baloncesto y por la novela negra; el otro día, sin ir más lejos, me comentó que estaba leyendo ‘La novia gitana’ de Carmen Mola. “Un tostón -me dijo-. Excesiva. La voy a dejar sin terminar”. Bueno, tras tanto éxito incuestionable, alguien tiene que gritar que el rey va desnudo. Y sentado en el bar, mientras espera, paciente, a que la vida le ponga por delante otra obsesión, él pide “otro manchaíto”. José López Romero.
sábado, 6 de mayo de 2023
EUROPA
Acabo de leer ‘Europa contra Europa. 1914-1945’ de Julián Casanova. Un ensayo de referencia, breve y muy esclarecedor sobre la historia de nuestro continente en la primera mitad del siglo XX, ese periodo en el que fue el centro de dos guerras mundiales, las más terribles y sangrientas contiendas de la historia de la humanidad. El libro, como todo excelente trabajo histórico que se precie, no es solo un profundo análisis de acontecimientos, circunstancias y protagonistas, sino también un aviso implícito de que nunca podemos y debemos creernos a salvo de peligros, de que tenemos que estar en permanente alerta ante acontecimientos que se repiten y personajes que reproducen comportamientos ya conocidos en otros líderes que llevaron a Europa a su destrucción. La debilidad de las democracias, la pujanza de las dictaduras, el apoyo del capital al poder ejercido de forma totalitaria son peligros que nos acechan y de los que nos advierte Julián Casanova en su excelente libro. Pero de entre todos los datos y conceptos que contiene y que analiza el autor, destacaría dos; el primero, la extrema violencia, la cultura de la crueldad que se manifiesta con toda su crudeza en el exterminio del enemigo. La cita de Albert Camus, en referencia a la caza desatada contra fascistas y colaboracionistas en la Francia de 1945, es en este sentido ejemplar: “Al odio de los verdugos ha respondido el odio de las víctimas. Nos ha quedado el odio… la última y más duradera victoria del hitlerismo… estas marcas vergonzosas dejadas en el corazón de aquellos mismos que lo han combatido con todas sus fuerzas”; y el segundo, el paso definitivo de trasladar la guerra de las trincheras a las ciudades, con la consecuencia de los cientos de miles de víctimas civiles; los bombardeos aliados contra las ciudades alemanas después del fin de la II GM que trató W.G. Sebald en su ‘Historia natural de la destrucción’, son los ejemplos más ilustrativos de ese odio, de la crueldad sin medida, del delirio psicópata de los que ejercen el poder. Julián Casanova aporta el siguiente dato: “Antes de 1914, los civiles muertos en las guerras eran pocos comparados con quienes las combatían. En la Primera Guerra Mundial, las víctimas civiles mortales ya representaron un tercio del total; en la Segunda, superaron los dos tercios.” Lo mismo pasó en la terrible guerra de los Balcanes sin que nadie hiciera nada por impedirla (‘La hija del este’, magnífica novela de Clara Usón). Cuando ahora vemos las imágenes de las ciudades destruidas de Ucrania, de bloques de viviendas donde hace apenas unos meses vivían felices las familias, cuando se nos dan las cifras de víctimas civiles que ya se ha cobrado una guerra que nunca debió tener lugar, no puedo por menos que pensar que estamos ante circunstancias muy parecidas, que seguimos en manos de unos psicópatas que están dispuestos a hacernos saltar por los aires, a exterminarnos con su odio y su crueldad. José López Romero.
sábado, 22 de abril de 2023
PENAS
Andaba yo el otro día que vivía sin vivir en mí, como tristoncillo, apesadumbrado. Mis hijos me lo notaron enseguida y pronto se quitaron de en medio. “A father le ha dado uno de sus ataques de neura”, le escuché a mi hija. “Pues no seré yo quien le ponga el hombro”, le oí a mi hijo, siempre tan generoso en el consuelo. Hasta mi mujer me lo notó; ella, que para cualquier mal, sea del tipo que sea, siempre tiene el mismo diagnóstico: “serán gases”. Y el remedio no tardó en llegar: “tómate dos aerored. Son mano de santo”. En el laberinto de mis congojas acerté a pensar qué tenían que ver mis penas con las molestas flatulencias. Yo bien sabía el motivo de mis tristezas, lo había leído y oído hacía unos días en los medios de comunicación: la periodista catalana Julia Bacardit había prohibido, por rigurosa cláusula contractual, traducir su espléndida obra titulada ‘Dietari sentimental’ al castellano. “No quiero contribuir a la bilingüización de la literatura catalana”, dejando por sentado, sin lugar a la duda, de que ella escribe literatura. Además confesaba que su obra anterior ‘El precio de ser madre’ había conseguido más ventas en castellano que en catalán, pero que para preservar y potenciar su lengua materna había decidido que su nuevo libro no se tradujera a la lengua de Cervantes, de Lope de Vega y de García Márquez. Y en cuanto me enteré, me asaltaron las interrogantes y con ellas el desánimo. ¿No podremos disfrutar ya más de las excelentes obras de esta enorme escritora? ¿nos perderemos para siempre la lectura de una más que probable premio Nobel? ¿después de ‘El precio de ser madre’, un título que lo dice todo, ya no podremos conmovernos con ese ‘Dietari sentimental’ que tantas emociones promete? Para quien se considera un lector sin remedio, el rotundo no como respuesta a estas interrogantes me hundía en ese abismo oscuro de la amargura. Debo reconocer mi equivocación. De nuevo he subestimado a mi mujer y sus consejos médicos de andar por casa. Me tomé dos pastillas y los libros de la Bacardit, como las penas, fueron expulsados de mi cuerpo como y por donde debían salir. José López Romero.
viernes, 31 de marzo de 2023
INSULTOS
Esto de los insultos me recuerda una escena de ‘El Quijote’ tan olvidada como por desgracia toda la obra de Cervantes. Me refiero al lance que tuvo Sancho con el escudero del caballero del Bosque (2ª parte, cap. XIII), en el que el quijotesco Sancho le recrimina a su interlocutor el uso de la expresión “hideputa” con la que este alude y califica a una dama. La reconvención de Sancho (el trato entre caballeros andantes le debería haber pulido la lengua), es de inmediato replicada por su colega al aclararle que en muchas ocasiones lo que parece un insulto es realmente una exclamación de admiración. Actualmente, ese doble valor mantienen también estas palabras que, usadas con la intención de ofender, tan groseras y bajunas nos parecen. Viene todo esto a colación por el “No nos duele la cabeza, es que no sabéis f.” (le ahorro al discreto lector la grosería), el cántico que algunas feministas (al menos así se proclaman) lanzan a los cuatro vientos en celebración del 8 de marzo, día, como todo el universo sabe, de la mujer. Y este insulto por el que ningún hombre se siente aludido (¡faltaría más!), podría tener un recorrido inverso y, acudiendo al sabio refranero, “no ofende quien quiere, sino quien puede”, más de un marido o pareja de las cantantes le echarán la culpa de la socorrida jaqueca a la frigidez de las dolientes. Amén de lo indecoroso e inelegante que siempre ha resultado airear asuntos de cama. A estas alturas y con todos los problemas de convivencia entre sexos que sufrimos y arrastramos, graves y terribles, que seguimos siendo incapaces de erradicar, deberíamos ser conscientes de que las palabras nunca son inocentes, más cuando conocemos su procedencia, ni nunca los insultos son gratis, porque siempre se termina pagando un precio por ellos. Y en este caso, las que cantan y se adornan, muy orgullosas ellas con sus prendas y lazos morados, ignoran sin duda, porque la ignorancia las hace atrevidas e inconscientes, cuánto daño hacen en la juventud sus eslóganes. Lo que debería ser una fiesta reivindicativa por la igualdad, por el respeto mutuo, por la erradicación de barreras y prejuicios, puede convertirse con unos cánticos groseros que destilan un desprecio que huele a rancio, en un argumento más para la indiferencia, si no para el recelo y hasta para los extremismos. “No nos duele la cabeza, es que no sabéis f.” no es precisamente un eslogan respetuoso, no es la mejor expresión para defender la igualdad, no es la frase más adecuada para enseñarle a la juventud unos valores. Porque todo sectarismo del tipo que sea en lugar de derrumbar muros, los levanta, y en lugar de transmitir valores, radicaliza comportamientos y mensajes que terminan en el peor de los casos en agresividad y violencia. Bien harían estas señoras y señoritas en leer ‘El Quijote’, en empaparse de los valores del gran caballero andante y de la sabiduría popular de su escudero. De esta manera no saldría de sus bocas el exabrupto indecoroso, ordinario y bajuno. Todos estaríamos más satisfechos, y ellas seguro que no sufrirían ese frío y punzante dolor de cabeza. José López Romero.
viernes, 17 de marzo de 2023
PÁ
“¡Pá! ¿o mejor debo llamarte Pó o Pé o Parroba, o Pá/ó/é?”. Mi hijo, con su retranca habitual hurgando en las fibras más sensibles de mis herramientas de trabajo: el estudio de la lengua. “¿Hay algún libro? -sigue la sorna- que se haya escrito en ese lenguaje no sexista e inclusivo que tanto te gusta?”. “No me consta, pero seguro que ya habrá por librerías algún que otro espécimen de ello”, le respondo. “¡Lástima! Ahora que se va acercando tu santo, era el regalo ideal. Lo preguntaré en tu librería y así te lo cargo en tu cuenta” -mi hijo sin tregua; está claro que no hace prisioneros. Si por aburrimiento hacemos la pertinente consulta en Google, son cientos las páginas que abordan este asunto que, pese a la norma gramatical de la RAE y al tiempo ya transcurrido, sigue estando de actualidad y, a veces, con un inquietante control que recuerda a los peores y más sanguinarios cuerpos policiales de los regímenes totalitarios. La sensación de sentirse vigilado es estremecedora y angustiosa. Pero tampoco son escasas las páginas que muestran artículos, tanto de prensa como de revistas especializadas, en que se defiende el criterio de la RAE y para ejemplo de ello, una recomendación: el artículo titulado “Sexismo lingüístico y visibilidad de la mujer” (se encuentra en Internet fácilmente), cuyo autor es uno de los grandes lingüistas de nuestro país: Ignacio Bosque, miembro de la Real Academia Española, Catedrático de Lengua Española de la Universidad Complutense de Madrid y Ponente de la Nueva Gramática de la Lengua Española; no hay voz más autorizada en la actualidad en lo referente a estas materias que Ignacio Bosque. “¡Pá! ¿a que te gustaría tener una edición en lenguaje inclusivo de ‘El Quijote’, o ‘La Celestina’ en adaptación LGTBI?”, mi hijo hurgando en las fibras más sensibles de mi paternidad. “Yo siempre he defendido que los clásicos hay que leerlos en versión original, nada de sucedáneos o versiones modernas”. “¡Tú siempre tan fanático de tus cosas!”. José López Romero.
viernes, 3 de marzo de 2023
SOBREVALORADOS
En más de una ocasión y después de cerrar un libro con el firme propósito de no abrirlo nunca más, uno se pregunta por la fama de la que algunos escritores gozan sin que sus novelas valgan ni el peso en papel en que están editadas. Y, por el contrario, muchos otros apenas logran un número de lectores suficiente para que la editorial no los incluya en esa infame lista de autores deficitarios. Una pena. Desconozco de todo punto los resortes para el éxito inmerecido. Todos suponemos que las grandes editoriales apuestan por un autor o autora porque disponen de un competente equipo de selección, aunque ya conocemos historias de los enormes errores cometidos de editoriales que dejaron pasar textos que después se han convertido en clásicos de la literatura contemporánea. De estos errores hasta libros se han escrito. Quizá, en mi modesta opinión, más fácil es que se escape una excelente novela, que se le dé no solo el visto bueno a la publicación de una mala, sino incluso que se terminen por editar todas las obras de un mal autor. Pongamos ejemplos de los que uno siempre recuerda para ocasiones como esta. Agnès Martin-Lugand escribió hace unos años ‘La gente que es feliz lee y toma café’, que se editó en España precedida de un enorme éxito en Francia. Pues bien, solo se salva del desastre literario el título. Una historia ñoña, plagada de tópicos de novelón cursi. Y ahora me entero de que hasta escribió ¡¡¡una segunda parte!!! Para masoquistas. Un desastre. Muy mala. Y de la misma forma podríamos describir ‘Un verano sin hombres’ de Siri Hustvedt. Y el último encontronazo lo he sufrido con la no menos exitosa Amélie Nothomb. Ya había leído de ella hacía un tiempo –como explico en la reseña incluida en esta página- su novelita ‘Ordeno y mando’. He vuelto a esta escritora y si ‘Golpéate el corazón’ me ha gustado, la última que acabo de leer, ‘Estupor y temblores’, es tan mala como los ejemplos anteriores. Es decir, una de cal y el doble de arena. Y sin embargo, es una escritora de fama internacional cuyas obras en nuestro país publica una de las más prestigiosas editoriales. Una novela, con perdón del género, esta ‘Estupor y temblores’ de carácter, al parecer, autobiográfico, en la que la escritora describe y analiza su experiencia como trabajadora de la empresa japonesa Yumimoto, allá por el año 1990. Lo que supuestamente es un retrato de las exigentes condiciones de trabajo de los japoneses, termina por convertirse en un relato de la “degradación” de la protagonista del departamento de contabilidad a limpiadora de los servicios del piso cuarenta y cuatro. ¿Es degradante limpiar servicios? Un trabajo tan digno y necesario como cualquiera. Una serie de situaciones absurdas y de tópicos sobre el mundo laboral japonés que hacen de esta obra una mala novela se lea por donde se lea. Una escritora, en definitiva, como tanto otros, muy sobrevalorada y que sin embargo goza de un buen número de lectores adeptos. Si quieren leer un mal libro aquí tienen ejemplos. Pero que conste que yo les he avisado. José López Romero.
viernes, 17 de febrero de 2023
LITERATURA Y FÚTBOL
La verdad es que si uno busca en Internet o pregunta en su librería de guardia por libros, sean del género que sean, que tengan al fútbol como centro de atención, verá con desaliento lo poco que se han relacionado la literatura y el deporte rey. Apenas unos libros de relatos, en los que destaca el nombre de Eduardo Galeano, y mucha biografía o, mejor dicho, mucha hagiografía. Y es cuando menos extraño que un deporte que despierta tantas pasiones, cuyo impacto mundial es incuestionable, no tenga tras de sí toda una corriente literaria, más cuando muchos escritores han confesado su afición a este deporte y, en concreto, a un equipo (el caso de Javier Marías y el Madrid, o de Juan Bonilla y el Barcelona) y, sin embargo, apenas en sus obras se cita el fútbol. O, al menos algún escrito sobre la devoción, que degenera en idolatría por los colores nacionales. De esto saben mucho los argentinos. De lo mejor que un lector puede leer sobre fútbol sin duda son los artículos que, a modo de selección, se recoge en el libro póstumo ‘El penúltimo negroni’, antología de textos del inigualable David Gistau (otro gran madridista). Hará unos meses adquirí un libro titulado ‘Kafka en Maracaná’, que lleva por subtítulo “90 partidos, 90 autores, 90 relatos”, escritos por tres autores: David García Cames, Miguel Ángel Ortiz y Marcel Beltrán. Y ciertamente son 90 relatos todos dedicados a un autor/a y que hacen alusión a un partido, muchos de los cuales se pierden en la memoria de los más recalcitrantes aficionados. Lo pretencioso del título se traslada a buena parte de las páginas del libro, cuyos autores han querido rendir un homenaje literario al fútbol y apenas han logrado unos cuantos, muy pocos, relatos felices. En la lista negra, el apartado “Rondo musical” que es totalmente prescindible, así como el esfuerzo fallido por reproducir cierto acento andaluz en el relato “La magia de la Venta de Vargas”, que delatan las carencias de sus autores. ¡Qué pérdida más irreparable la de Gistau! José López Romero.
viernes, 3 de febrero de 2023
TRISTE FIGURA
domingo, 22 de enero de 2023
LA COCHAMBROSA
Hay libros que solo por el título merecen la pena ser leídos. En mi memoria está siempre presente ‘La vida perra de Juanita Narboni’ de mi admirado Ángel Vázquez, cuyo magnífico título hace honor al texto. Pues bien, ‘La cochambrosa’ (ed. Renacimiento, 2018) forma parte de esta colección y, como el ejemplo anterior, título y texto constituyen una excelente simbiosis. Y si a esto le unimos el nombre de su autor, Pedro Luis Gálvez (Málaga, 1882-Madrid, 1940), estaríamos ante una conjunción planetaria similar a la que ya anunciara una exministra cuyo nombre vaga por la galaxia. Pedro Luis Gálvez, famoso en sus años de rebeldía juvenil por pertenecer a la más recalcitrante bohemia de entre siglos, y después célebre por su controvertida participación en la Guerra Civil, lo definió Andrés Trapiello en su imprescindible ‘Las armas y las letras’ como un “bandido. Con talento; de bandido y de escritor”. Todo un personaje. Y no le falta razón a Trapiello en lo de “talento de escritor” porque ‘La cochambrosa’ es una de estas novelas que se recrea en la truculencia, la fealdad y el tremendismo tan característicos de los epígonos del Naturalismo, es decir, de esa literatura de finales del XIX y principios del XX, sobre todo la que escribieron bohemios tan insignes como el gran Alejandro Sawa, cuyos títulos ‘Criadero de curas’ o ‘La mujer de todo el mundo’, o Eduardo López Bago con ‘La prostituta’ bien pueden formar parte también de esa colección que señalaba al comienzo de estas líneas. Pero si los títulos de Sawa y de López Bago no dejan lugar a la duda ni a la confusión, debo aclarar que ‘La cochambrosa’, como el pobre Elías Jiménez, su protagonista, declara al final del relato es “¡La Vida! ¡La gran Cochambrosa! ¡El humano Estercolero! ¡Todo es mierda!”. P. L. Gálvez sería fusilado en la cárcel de Porlier en 1940. Todo un visionario. José López Romero.