Hace ya unos meses presentó Luis García Montero su última
novela titulada “Alguien dice tu nombre” en nuestra ciudad. Y tanto la presentadora,
Mamen Ramírez (magnífica su intervención), como después el propio
poeta-novelista insistieron en las mismas claves e intención de la novela: un
retrato de la España de la década de los años 60, en el que García Montero ha
querido analizar y explicarse aquella sociedad que no lograba desembarazarse de
la dictadura de Franco, pero que se enfrentaba a un futuro no muy lejano con
ilusión y expectativas renovadas porque
algo estaba ya cambiando. Una época, los 60, marcada por la venta a plazos, los
primeros televisores, los primeros coches pequeños pero familiares,
acontecimientos todos estos que a muchos, incluido García Montero, nos cogió
con una edad en la que no podíamos darnos cuenta de lo que ellos suponían, pero
que veíamos en nuestros padres y en nuestras propias casas. De ahí que García
Montero destacase en su intervención la figura paterna y la educación y respeto
que las familias intentaban inculcar a sus hijos. Y con el correr de los años,
y el paso de la infancia a la adolescencia, de la que también habló el
escritor, las aficiones comunes, y sobre todo las inquietudes, las culturales,
las sociales pero también las políticas, que se reflejan de forma tan
trascendente en la novela. Todo el público que llenaba por completo el hermoso
patio donde se celebraba la presentación se veía reflejado en las palabras de
García Montero, porque a casi todos nos cogió por aquellos grises años de los
60 entre la infancia y la adolescencia y porque en la década siguiente vivimos
con la intensidad que esa edad requiere aquellas inquietudes culturales y
políticas. Las palabras de García Montero no hicieron más que recordarnos algo
ya vivido. ¿Y la juventud de ahora? ¿qué hemos hecho mal cuando ni se acercan a
escuchar a García Montero? José López Romero.
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