Julio Cortázar

"Un libro empieza y termina mucho antes y mucho después de su primera y de su última página" (Julio Cortázar)
"Mientras se puede dar no se puede morir" (Marceline Desbordes-Valmore)

viernes, 7 de noviembre de 2014

PLACAS

La calle “library way” de Nueva York, o el tramo de la 41 que desemboca en la Quinta Avenida y, de esta, en el imponente edificio de la Biblioteca Pública de la ciudad, está llena de placas, hasta 96, encastradas en las dos aceras de la calle, que recogen otras tantas citas de escritores y sabios referidas al libro o a la lectura. En Internet hay numerosas entradas que nos aclaran la historia y detalles de estas emblemáticas placas que, a medida que uno se va acercando a la Biblioteca, a la que está viendo al fondo de la 41, puede ir leyendo y pisando. Esta curiosidad puede entenderse de muchas maneras, pero no deja de ser un ejemplo más de la profunda admiración que la cultura anglosajona siempre ha mostrado por el libro, y de la que tanto, pese a los siglos que de nuestra cultura mediterránea nos contemplan, debemos aprender. Me recordó las placas de Nueva York la iniciativa de la que nos informaron diferentes medios de comunicación que ha tenido, al perecer, un colectivo de artistas urbanos de Madrid, llamado “Boamistura”, de adornar 22 pasos de peatones del centro de la capital con versos. Y así los cientos y miles de viandantes que cruzan por dichos pasos pueden alegrarse el día con frases como: “A veces reírse es lo más serio” o “Madrid, te comería a versos”. Hace ya unos años me hice eco en esta misma página de un comentario de una joven poeta, que proponía sacar a la calle a la poesía. La idea, por tanto, de Boamistura no es nueva, como tampoco el comentario de la joven, porque iniciativas de sacar a pasear la literatura ya la tenemos en aquellas bibliotecas ambulantes del XIX o en el fenómeno moderno de los “crossing books”, al que varios artículos ha dedicado mi compañero de página. Partiendo de que cualquier idea que pretenda acercar el libro y su lectura a la gente, es por sí misma encomiable, mucho me temo que “te comería a versos” se quede perdido en el almacén de imágenes de un infinito número de móviles como una curiosa anécdota urbana. Las placas de Nueva York llevan allí desde 1998. José López Romero.

 

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