-“Father, con lo que tú eres, ¿por qué no fundas un
partido político?”, me dice mi hija con la misma sonrisa en los labios con la
que su madre me mira cuando salgo de la ducha. La puñetera niña no me aclaró
qué quería decir “con lo que tú eres”, mejor dejar las cosas así (tampoco me he
atrevido a preguntarle a la madre por qué se sonríe en un acto tan cotidiano y
natural). Pero la simple propuesta de meterme en política, como están las
cosas, no me hacía deducir nada positivo de aquella expresión. Sin embargo, al
calor de la ya tan manida y nunca emprendida regeneración y de las nuevas
formaciones que van devorando el sistema actual, un partido de lectores sin
remedio no digo yo que no tuviera sus simpatizantes. Al margen de ideologías de
izquierdas o de derechas, la literatura está llena de textos que nos enseñan el
buen gobierno, el ejemplar comportamiento de los gobernantes y la relación que
éstos deben mantener con los gobernados. Pero si tuviéramos que elegir uno de
ellos, sin duda nos quedaríamos con las lecciones que don Quijote le da a
Sancho antes de convertirse en el gobernador de la ínsula Barataria (II parte,
capítulo 42). Un modelo de sensibilidad, de sentido común, de dignidad y de
honradez en el uso del poder que tanto se echa en falta en estos tiempos. Si
los que durante estos años más que mandar, nos han mangoneado, hubieran tenido
como texto de cabecera los consejos del divino loco a su escudero, seguro que
otra muy distinta sería la triste situación que ahora sufrimos. En cualquier
caso, ni tengo edad ni pelo para dejarme la coleta (con lo que la expresión de
mi hija es aún más sospechosa por lo hiriente), ni me veo yo en mítines leyendo
“El Quijote” a una masa tan desencantada que apenas lo entendería. Aunque yo
tengo ya muy claro el eslogan de campaña, el mismo que aparece en el emblema
como marca del impresor Juan de la Cuesta: “Post tenebras spero lucem”. José
López Romero.
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