“Un libro empieza y termina mucho antes y
mucho después de su primera y de su última página”, dice Julio Cortázar en una
conferencia titulada “La literatura latinoamericana de nuestro tiempo”, que se
recoge como apéndice en su libro Clases
de literatura. Berkeley, 1980 (ed. Punto de lectura, 2013). Y cuando
terminé de leer este libro de Cortázar no pude por menos que recordar la frase
cargada de razón. Los buenos libros, los que marcan al lector son realmente
aquellos para los que estábamos preparados, consciente o inconscientemente,
para leer y aquellos que no olvidamos durante toda nuestra vida, que nos hacen
reflexionar, que nos producen un placer o nos provocan unas emociones que nos
acompañarán para siempre. Clases de
literatura es un libro sobre literatura porque en él se recoge el curso que
Cortázar impartió en la Universidad de Berkeley en 1980; forma parte, por
tanto, de ese género ensayístico del que aquí hemos reseñado algunos trabajos,
por el interés que siempre tiene un libro sobre literatura escrito por los que
a ella se dedican desde el lado de la creación y no de la crítica o la investigación.
Y en esto, La verdad de las mentiras de
Vargas Llosa o Diez grandes novelas y sus
autores de Somerset Maugham (que hemos reseñado aquí en otro tiempo) son
títulos muy recomendables. Pero el ensayo de Cortázar tiene el interés añadido,
a diferencia de estos dos libros citados, de que el escritor argentino
reflexiona sobre su propia obra, sobre las etapas que cree advertir en su
carrera literaria y, sobre todo, las claves de creación de sus insuperables
relatos, así como de sus dos grandes novelas: Rayuela y Libro de Manuel. Una reflexión cargada
de literatura, pero también de vivencias personales que nos acercan al
escritor, pero aún más al hombre y sus circunstancias. Y en este sentido,
aunque Cortázar hable de la importancia de la fantasía, de la música, del humor
y del erotismo en la literatura latinoamericana, las páginas más sobrecogedoras
son aquellas en las que reflexiona sobre la responsabilidad (prefiere esta
palabra a “compromiso”) del escritor latinoamericano con la realidad de sus
países de origen. La denuncia de las sangrientas dictaduras que asolaron buena
parte del continente americano, y el papel que le corresponde al escritor en la
recuperación de los derechos de los pueblos a decidir su futuro y enfrentarse
al abuso de poder establecido ocupa la última parte del libro, en especial esas
dos conferencias que se incluyen en el apéndice final y de las que destacábamos
al comienzo una de las frases. Y si esa frase ya nos plantea la relación del
escritor y del lector con los libros, tampoco debemos olvidar la cita inicial
extraída de Unamuno: “… aborrezco a los hombres que hablan como libros, y amo
los libros que hablan como hombres”. Las Clases
de literatura de Cortázar es, sin
duda, un libro que habla como un hombre, con la imponente estatura del escritor
argentino. José López Romero.
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