“¿Qué estás leyendo?”, me pregunta mi
mujer. Y aunque no es gallega, cuando pregunta lo parece. “Lo digo porque te
veo salivar demasiado”, y aunque no es gallega (insisto), cuando hace algún
comentario lo parece. “Zonas húmedas”, le
contesto. “¿Lo dices por la boca o es el título del libro?”, definitivamente,
alguno de sus antepasados debe de ser gallego. “El título”, le respondo. “Pues
seguro que no trata de la laguna de los Tollos, porque tú de Ecología tieso;
conque ¡ya me dirás de qué va el librito! ¡Alguna guarrería!”. ¡Acertó! Lo
dicho: ¡gallega! Cada vez que he cerrado el libro de Charlotte Roche después de
leer algunas páginas, la pregunta que siempre me asalta es ¿con qué intención
ha escrito la autora alemana esto? Muchas y muy variadas son las intenciones de
un escritor cuando se enfrenta al proceso de creación, que convierte su obra en
algo más que arte: dar una visión de la sociedad, intentar explicar el pasado,
despertar la conciencia de los lectores, sus sentimientos, el amor, el odio,
poner a estos delante de los enigmas universales, hacerlos reaccionar, etc.,
etc.. Y me hago la pregunta porque no entiendo qué se esconde detrás, qué nos
quiere transmitir C. Roche con su protagonista, una muchacha, Helen Memel, cuya
única afición conocida (“coñocida”, para utilizar las propias palabras de
Roche), es entablar una relación tan variada como repugnante con todos sus
fluidos, efluvios, excrementos corporales que van del juego a la ingesta,
incluidas menstruaciones, legañas, mocos y todo lo que sea susceptible de
transmisión bacteriana, porque la tal Helen quiere tanto a sus bacterias, sobre
todo las que pueden pulular por sus zonas más húmedas, que no tiene escrúpulo
alguno en comérselas o dejarlas por ahí para que otros las disfruten. Por no
hablar de la variada gama de masturbaciones y relaciones sexuales que nos va
describiendo al hilo de sus guarradas, sazonado todo con comentarios sobre sus
borracheras y emporramientos. La operación que acaba de sufrir en la zona anal
(así empieza la novela) le sirve también para que no quede agujero de su cuerpo
por explorar y explicar qué suele hacer con ellos. ¿Es el trauma de una niña que
no ha asimilado bien el divorcio de sus padres y sigue, pese al tiempo
transcurrido, intentando unirlos? ¿nos quiere hacer ver C. Roche que Helen es
al fin y al cabo una muchacha como otra cualquiera, aunque un poco más
desinhibida? Lo que leemos en Zonas
húmedas es una relación de guarradas, todas absolutamente gratuitas y
muchas consecuencia de la mala educación de la protagonista, que por momentos
levantan el estómago al más desinhibido lector. Para algunos (leo en Google) la
novela es transgresora y en ella se aprecia la valentía de la escritora. Bueno,
hay opiniones como lecturas para todos los gustos. Pero esta en especial es de
muy mal gusto. Y sin embargo, cuando se publicó en Alemania en el 2008 fue un
verdadero best-seller, con ventas millonarias en todo el mundo. “Y si es tan
guarro, ¿por qué lo lees?”, nuevo ataque de la gallega. “Eso mismo me estoy
preguntando yo”. “¡Ah! No vale hacerse el gallego. La gallega soy yo”. José
López Romero.
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