Julio Cortázar

"Un libro empieza y termina mucho antes y mucho después de su primera y de su última página" (Julio Cortázar)
"Mientras se puede dar no se puede morir" (Marceline Desbordes-Valmore)

domingo, 19 de enero de 2020

A LA ALTURA


En la historia de las diversas manifestaciones artísticas, en las que incluyo por supuesto a la Literatura, se consignan con especial tipografía aquellos artistas que se adelantaron, se anticiparon a su tiempo, que fueron precursores de los movimientos y épocas que ellos, en su brillante y excepcional inspiración, supieron ver antes que los demás, y por ello se convirtieron en los grandes referentes o maestros de generaciones sucesivas. En esas historias se les suele denominar con el galicismo “avant la lettre”. Russell P. Sebold, uno de los grandes investigadores de nuestra literatura de los siglos XVIII y XIX, por poner un caso que ahora se me viene a la cabeza, ya advirtió hace muchos años lo que de precursor del movimiento romántico tuvo ‘Noches lúgubres’, la obra de José Cadalso, que se anticipaba incluso al éxito del ‘Werther’ de Goethe y la oleada de suicidios que en toda Europa esta obra provocó. Por su parte, la inmensa mayoría de artistas y escritores que llenan las páginas y páginas de los manuales son hijos de su tiempo, y crean sus obras dentro de los límites y cánones de un movimiento o época que se define a través de unas características comunes, de unos planteamientos artísticos compartidos, e incluso en algunos casos de vivencias y amistades. Y en muchas ocasiones, ponerse al margen del tiempo que a uno le ha tocado vivir, puede traer graves consecuencias, porque no hay peor castigo para un artista o escritor que su falta de definición y a veces encasillamiento en grupo, generación o movimiento; tiene que ser muy bueno para que se le consideren méritos y sobre todo se le consienta su marginalidad. Pero el peor castigo se convierte en la más trágica condena cuando ese artista no está a la altura de su tiempo, porque el olvido será su pena; ni una breve reseña, ni un mínimo comentario merecerá su obra en los manuales. Pero cuando no se está a la altura de los tiempos históricos, entonces más que el olvido es la ignominia lo que cae sobre ellos. Baroja se lamentaba de lo mal que estaban actuando algunos de sus compañeros de generación, él entre ellos, al comienzo de la Guerra Civil; un ejemplo de cómo el intelectual sabe perfectamente cuándo no está a la altura de lo que la historia espera de él. Pero mucho más ignominioso es que un político no esté a la altura que se le exige. Y en esto la Guerra Civil (cualquier época de la historia de España) nos da ejemplos más que ilustrativos. Cuando vamos a cerrar la segunda década del siglo XXI, de nuevo vivimos momentos que exigen de nuestros políticos que estén a la altura de las circunstancias, para que no tengamos que lamentar y sufrir las consecuencias, como ya lo hicieron generaciones no tan lejanas. Y si a los artistas se les olvida, a los políticos se les recuerda por lo que hicieron o dejaron de hacer, se les recuerda en la historia, la que permanece en letra impresa, la que no se olvida. José López Romero.


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