Julio Cortázar
"Un libro empieza y termina mucho antes y mucho después de su primera y de su última página" (Julio Cortázar)
"Mientras se puede dar no se puede morir" (Marceline Desbordes-Valmore)
viernes, 12 de enero de 2024
MARIPOSEO
“¡Cuántas veces me han confesado lectores
sin remedio que recordaban como si fuera ayer el primer libro que leyeron o el
que les deslumbró y lo convirtieron a esta religión, cada vez con menos
vocaciones, que es la lectura!”, me comentaba el otro día una amiga, cuya
profesión de fe quedaba fuera de toda duda. “¡Y, por el contrario, cuántos
otros lectores que se pasan mariposeando de autor en autor, de género en género,
de libro en libro, y nada. Que no dan con el que le produce ese chasquido en el
corazón o en la cabeza que eleva a estos libros a esa categoría solo para
elegidos de “libro de cabecera”! ¡Y mira si hay libros!”, seguía reflexionando
en voz alta mi amiga. “Como en la vida, querida -quise cortar su monólogo-. Ese
mariposeo me recuerda a un amigo que desde que falló un penalti (no sé si
contra un equipo canario) está dando tantos bandazos que aún no ha encontrado lo
que él llama “el libro de su vida”. Con
un gesto en el que adiviné un “¿a qué viene eso?”, prosiguió mi amiga sin prestarme
mucha atención: “Nunca me ha gustado la literatura juvenil. En el colegio me
obligaron a leer unos libros que casi me convierten al ateísmo lector; por
aquellos tiempos yo era más de tebeos. Y sin embargo, ahora, a mis años, no me atraen
como lectora las novelas gráficas, aunque reconozco que están muy bien
conseguidas, e incluso versiones de clásicos realizadas con mucho arte. Fue ya en
el Bachillerato cuando me puse a leer a los grandes autores. Me acuerdo -seguía
mi amiga en su monólogo- la lectura de ‘San Manuel Bueno, mártir’ o ‘La Colmena’,
o incluso ‘Tiempo de Silencio’, y la antología de la poesía del Siglo de Oro o ‘La
Celestina’, pero fueron los comentarios en clase los que me hicieron
profundizar en las claves de estas obras y apreciarlas en su excelente calidad.
Libros que me llevan cada vez que puedo a dar testimonio permanente de mi fe:
la lectura. Son los clásicos y eran otros tiempos, lo sé; pero a la buena
literatura siempre se termina por llegar por cualquier camino y en cualquier
momento”. José López Romero.
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