… Pero démosles más exactitud a los tres años que componen
el título de este artículo: marzo de 1766, 18 de diciembre de 1958 y enero de
2013. ¿Qué tienen en común estas tres fechas? Es el trabajo que algunas veces
les ponemos a nuestros alumnos para que al tiempo que descifran un enigma
literario, se familiaricen con el uso de las nuevas tecnologías. Pero aquí no
se trata se poner al amable y generoso lector deberes, por lo que paso a
desvelar el misterio. En marzo de 1766 tiene lugar en Madrid, aunque con
derivaciones por diversas capitales del reino de España, el famoso “motín de
Esquilache”. Y aunque la historiografía se ha ocupado de este suceso en
múltiples ocasiones, aún no quedan del todo claros los instigadores (jesuitas, rancia nobleza
castellana) de las masas, cuyo levantamiento y revuelta provocaron la
destitución de Leopoldo de Gregorio, marqués de Esquilache y ministro del rey
Carlos III. Lo último que desató la furia del pueblo madrileño fue el bando que
obligaba al corte de la capa y del sombrero para que los criminales no pudiesen
hacer sus fechorías amparados en la ocultación de su identidad. El 18 de
diciembre de 1958 se representa por vez primera en el teatro Español de Madrid
el drama de Antonio Buero Vallejo ‘Un soñador para un pueblo’, en el que el
gran dramaturgo utilizaba el famoso motín y el acoso y derribo de Esquilache
para mostrarnos una perspectiva menos histórica y más universal del alma o de
la idiosincrasia del pueblo español: el rechazo de cualquier reforma, aunque
éstas sean en su propio beneficio: el pavimentado de las calles, el alumbrado
público, el alcantarillado, junto con el corte de las capas y sombreros, eran
las reformas puestas en práctica por Esquilache, certificadas por el propio
Carlos III, contra las que se amotina la masa ignorante, deslenguada,
sinvergüenza y violenta, el populacho en su expresión más primitiva y soez. Es
el calesero Bernardo en quien representa Buero Vallejo lo peor del pueblo
español, los más bajos instintos, la masa amorfa que se deja manipular por unas
cuantas monedas, en contraposición a esa otra parte del pueblo, representada
por Fernandita, criada de Esquilache, que advierte en el ministro y sus
reformas la única manera de convertir a España en un país moderno. Durante los
últimos días del pasado mes de enero (2013), me han sorprendido unas imágenes
vistas en tv.: grupos de jóvenes insultando a los jugadores y entrenadores del
Sevilla y del Valencia, por no hablar del apedreamiento del autobús del Xerez
C.D. Gente soez, deslenguada, ordinaria, violenta que solo encuentra
distracción en insultar y agredir al prójimo. Es fácil echar las culpas a la
sociedad y a la crisis, pero si estos jóvenes gastaran sus energías en buscar
trabajo o en formarse, estudiar para conseguirlo, quizá alguno encontraría un
medio con que ganarse la vida. Han pasado dos siglos y medio desde el motín, y
medio siglo desde la representación del drama, pero mientras se apedreen
bibliotecas y bomberos, en España por desgracia seguirá habiendo muchos
Bernardos y pocas Fernanditas. José López Romero.
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