“¿Usted también escribe?” es el título de uno de los
artículos de Jorge Ibargüengoitia incluido en el volumen “Revolución en el
jardín”, que reseñamos en esta misma página. Y aunque recomiendo la lectura de
todo el artículo y, por supuesto, de todo el libro por la fina ironía con que
suele el escritor mexicano acompañar sus textos, para esta ocasión me interesa
el dato con que inicia el artículo: “En Estados Unidos el número de personas
que han escrito una novela es monstruoso. Muchas veces mayor, por supuesto, al
número de personas que han publicado una novela”. En los años en que
Ibargüengoitia escribió este texto sin duda era una evidencia (de ahí su “por
supuesto”) que el número de novelas escritas en los EE.UU. fuera infinitamente
mayor que el de las publicadas. En la actualidad, esta diferencia con ser
también evidente no solo en los EE.UU., sino en todas las partes del mundo,
incluida España, se está acortando, está disminuyendo con inusitada rapidez. Y
buena culpa de ello la tienen dos elementos que de alguna manera están
provocando que la edición de un libro, sea del tipo o género que sea, no se
convierta en una tortura para su autor que le conduzca incluso, en casos
extremos, a la propia muerte, como a John Kennedy Toole. Por un lado, los
portales que en Internet se ofrecen para alojar cualquier tipo de publicación,
en los que el escritor puede ofrecer su libro ya sea bajo pago o de forma
gratuita; en este sentido, quizá sea Amazon, la empresa más fiable en todos los
aspectos. Por otro, si el autor quiere darse un pequeño capricho, o la propia
familia hacerle un regalo al joven (o no tan joven) literato, por un módico
precio muchas editoriales (modestas pero de calidad) ponen al alcance una
edición de 100 ejemplares en papel con los que puede felicitar Navidades a
familiares, amigos e incluso a enemigos. ¡Todo un regalo… envenenado! José
López Romero.
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