Julio Cortázar

"Un libro empieza y termina mucho antes y mucho después de su primera y de su última página" (Julio Cortázar)
"Mientras se puede dar no se puede morir" (Marceline Desbordes-Valmore)

sábado, 8 de octubre de 2016

100 AÑOS

El pasado 29 de septiembre hubiera cumplido don Antonio Buero Vallejo 100 años de vida, una edad que solo alcanzan unos pocos privilegiados, quizá aquellos a los que se les ha olvidado morirse o que la muerte se ha olvidado de ellos. No es el caso de don Antonio, ni tampoco de Camilo José Cela quien también habría cumplido ese número de años el ya lejano 11 de mayo. Y para conmemorar la fecha de este último la RAE acaba de publicar la edición de una de sus mejores obras, ‘La colmena’, con la inclusión en apéndice de los pasajes y páginas que la censura prohibió en su edición española de 1963, aunque ya había aparecido la primera en Buenos Aires en 1951. Y la misma RAE en su página web anuncia los actos que se van a celebrar en honor de Buero Vallejo, aunque parece que no tiene prevista la edición conmemorativa de ninguno de sus imprescindibles dramas, pese a que estos también sufrieron las tijeras y la ignorancia de los censores de turno, a cuya nómina perteneció el propio Cela. La historia de la literatura española del siglo XX no se entiende sin estos dos grandes escritores, que llenan por sí mismos dos capítulos esenciales de un periodo de la centuria pasada, marcados por aquellos años posteriores al final de la guerra civil. En el caso de Buero Vallejo con especial consecuencia, pues fue condenado a muerte por aquellos tribunales militares franquistas que tan bien recrea Alberto Méndez en el relato tercero de ‘Los girasoles ciegos’. Repasar las entrevistas que en la red podemos encontrar de Buero, sobre todo la del programa “A fondo”, es encontrarse no solo con el escritor, con el dramaturgo, el más importante de la segunda mitad del siglo XX, sino sobre todo con un hombre que basó toda su vida en esas virtudes que ahora echamos tan en falta en esta España de hoy: la dignidad, la honestidad, la discreción. Las mismas virtudes que con tanta maestría supo insuflar en sus personajes. Leer a Buero Vallejo es hoy una necesidad, un ejercicio de higiene moral. José López Romero.


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