Julio Cortázar

"Un libro empieza y termina mucho antes y mucho después de su primera y de su última página" (Julio Cortázar)
"Mientras se puede dar no se puede morir" (Marceline Desbordes-Valmore)

sábado, 4 de noviembre de 2017

A QUIEN CORRESPONDA

“-Father…” (ya veo venir a mi hija, y de inmediato alcanzo mis posiciones de defensa) “… como tú ya sabes, a mí esto del problema catalán lo veo un poco lejos…” (¡claro! Ahora está trabajando en Inglaterra), “… y me gustaría que con la brevedad que te caracteriza (ironía), me lo expliques sucintamente. Dicho de otro modo, como una de tus clases exprés (nunca he impartido clases exprés) y divulgativas, es decir, “en plan” faena de aliño” (sarcasmo). Consciente de la guasa de la niña, me impuse más que la brevedad, la concisión más precisa: “un grupo de trapaceros y rufianes han declarado el si es no es de una república inexistente”. “-Father, te has superado a ti mismo. Ahora entiendo menos que antes. Igual que tus alumnos.” (puñalada ¿trapera?). “Pues ya que insistes (ahora me tocaba a mí la ironía). Te lo voy a explicar con más detalle”. Y empezaré por una cita: “habla para que te conozca y sepa quién eres”, y en este sentido la declaración de independencia es todo un ejemplo para aplicar esta cita: un político hueco que expresa una idea vacía, y si ya nos podíamos suponer lo que era, sus palabras no han hecho más que confirmar y refrendar la opinión inicial, ahora ya lo conocemos y sabemos quién es. Es el mismo vacío, la misma oquedad que se advierte cuando utiliza términos como nación o patria, porque “la patria es algo que cada individuo construye desde la decencia y claridad de su propio ser. Por eso he dicho alguna vez que no deberíamos enorgullecernos por ser de algún sitio, ni siquiera por tener una determinada lengua –se puede ser perfectamente  imbécil en castellano, en inglés, en vasco, en catalán, en francés-. La lengua materna en la que por casualidad hemos nacido tiene que hacerse lengua matriz, convertirse en lengua propia hecha de libertad, de racionalidad y de sensibilidad”. Utilizar y aplicar la razón y la ley, yo creo que no otra cosa se les pide a los políticos, “el entrar en razón es, por supuesto, un amargo despertar cuando la sinrazón nos cerca”. O dicho de otro modo: solo pedimos de los que nos gobiernan el empeño de administrar lo público, lo que es de todos con entrega absoluta a la justicia y a la verdad”. Y, en cambio, bajo el nombre de una inexistencia lo que se ha conseguido por desgracia es “una guerra perpetua y no declarada de una ciudad contra todas las demás… de una aldea contra otra aldea… y una casa respecto de otra casa, y de un hombre respecto de otro hombre”. Un enfrentamiento que recuerda otros tiempos tan negros como estos, cuando todo nuestro empeño tendría que ir dirigido a luchar “por formar una ciudad feliz… no ya estableciendo desigualdades y otorgando la dicha en ella sola a unos cuantos, sino a la ciudad entera”. Nota importante: todas las citas entrecomilladas proceden del libro ‘Los libros y la libertad’ del gran Emilio Lledó (reseñado abajo), la mayoría pertenece a Platón y Aristóteles. Nihil novum sub sole. Y una última perla del mismo libro: “apoderarse de la educación, condicionarla y maltratarla, ha sido una de las pretensiones fundamentales de toda tiranía”. José López Romero.

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