“Me dio un infarto y me
llamó la muerte, pero no fui porque hablaba castellano”, es la frase que
algunos medios de comunicación han destacado de la entrevista que hace unas
semanas le hicieron al cantante catalán Albert Pla. Al margen de la figura
siempre controvertida y polémica del proyecto de cadáver, al leer la frase me
dije: “bueno, otra gracieta independentista”. Y la verdad es que molesta o, al
menos, desagrada esos insultos absurdos y gratuitos a símbolos nacionales que
al fin y al cabo son señas de identidad de un país y, si se trata de nuestra
lengua, de una cultura que traspasa los límites de lo nacional para elevarse a
lo universal. Y más lástima nos da cuando los que tienen que poner en su sitio
a personajes como estos, dan la callada por respuesta. Y es una pena que este
cambembo mental pretenda sin éxito, por supuesto, insultar al castellano porque
Cataluña en general y, particularmente Barcelona han estado muy vinculadas a la
obra por excelencia de nuestras letras, el ‘Quijote’, como así demostró y
analizó con todo detalle el gran cervantista catalán Francisco Rico en su
ensayo titulado ‘La barretina de Sancho, o Don Quijote en Barcelona’, incluido
en su libro ‘Tiempos del Quijote’ (Barcelona, Acantilado, 2012). Pero de esto
con total seguridad el tal Pla no tenga ni puñetera idea, se le ve en la cara.
Y más pena produce aún, cuando grandes catalanes tanto han dado a la literatura
española, que es lo mismo que engrandecer nuestra lengua. Pero tampoco de esto
seguramente tenga ni idea el individuo Pla. Pero de algo debe estar seguro Pla:
que la muerte se lleva por delante a todo bicho viviente, y lo mismo la próxima
vez le hable en catalán para que la entienda mejor. Porque la muerte se lleva a
los inteligentes y a los imbéciles. ¡Lástima que a estos no se los lleve antes!
José López Romero.
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